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La corrida de toros es uno de los pilares
fundamentales en las fiestas patronales
sanfermineras. Alrededor de ella gira la
mayor parte de las actividades de estos
días. Se tiene constancia que ya en 1385 se
celebran corridas en Pamplona. A partir de
1591 se institucionalizan y van adquiriendo
la importancia que tienen en la actualidad.
Además de suponer el desenlace del encierro,
el encierrillo, el Desfile de mulillas, con
los toros se crean otros espectáculos como
el encajonamiento, los concursos de
recortadores, la corrida vasco-landesa y
otros concursos que tienen como
protagonistas al principal motor de la Feria
taurina: el toro. Hay corridas desde el día
7 al 14 de julio todas las tardes a partir
de las 18,30 horas, y en ellas participan
los mejores espadas del momento y se lidian
las reses de las ganaderías más importantes.
Sin embargo, lo que hace únicas las corridas
en Pamplona no es lo que sucede en el coso,
sino los ocupantes del aforo, en concreto:
el tendido de sol. Las peñas invaden las
localidades de sol con un ambiente de juerga
y alegría que contrasta con la seriedad de
los aficionados que en el tendido de sombra
asisten al espectáculo. La Plaza de Toros
de Pamplona que existe hoy en día se
construyó en el año 1922, en un tiempo
record. Es la tercera más grande del mundo y
pertenece a la Casa de Misericordia, que en
la ciudad también se le conoce como La Meca.
La institución consigue así fondos para
financiar la labor social que desempeña.
La corrida
Todas las tardes se repite el mismo ritual
previo a la lidia del toro. En primer lugar
salen los alguacilillos a la arena de la
plaza que, encima de sus caballos, forman
círculos al trote de sus cabalgaduras,
jugando a cruzarse unos con otros. A
continuación, los tres matadores, que forman
el cartel del día, irrumpen en el coso
seguidos de sus cuadrillas, formadas por sus
subalternos y los picadores, en lo que se
denomina en términos taurinos como el
“paseíllo”. A toque de clarín hace su
aparición el primer toro de la tarde, los
subalternos intentan llamar la atención del
astado con sus capotes. Mientras, el maestro
estudia cada uno de sus movimientos desde el
burladero. Tras la tienta de los miembros de
su cuadrilla, comienza su actuación en la
plaza. Tras unos primeros pases, en los que
animal y torero miden sus fuerzas, el
picador a caballo entra en escena y se
enfrenta a la res con su garrocha, con el
fin de frenar su bravura. Con un redoble de
timbales se cambia al tercio de banderillas,
en el que el banderillero se luce colocando,
en el lomo del toro, tres pares de
garapullos. Seguidamente, el diestro regala
al público una tanda de pases, tras los que
se planta y dedica su faena montera en mano
a quien considere oportuno. Su estancia en
la arena no deberá exceder de los diez
minutos estipulados por el Reglamento
Taurino. Terminado el tiempo, el torero
tendrá que entra a matar.
Cada tarde en la plaza se lidian seis
astados en un espectáculo taurino, en el que
el Presidente decide los cambios de tercios
y vigila por el cumplimiento del Reglamento.
Además tiene la última palabra a la hora de
decidir los trofeos que ha merecido cada
faena. El cargo suele corresponder a un
miembro del ayuntamiento de Pamplona, que se
hace aconsejar por tres asesores y un
veterinario. Su lugar en la plaza es arriba
del tendido uno.
Más espectáculos
La oferta taurina de los Sanfermines no se
limita a las corridas de la tarde. La plaza
alberga, durante algunas mañanas, el
concurso nacional de recortadores, fiestas
camperas y la tradicional corrida
vasco-landesa. Se trata de un espectáculo
taurino que ha llegado a nuestros días
prácticamente igual a como se practicaba
hace siglos. Es el llamado toreo acrobático,
en el que el torero salta por encima de las
astas del animal creando un juego de fusión
entre uno y otro. Junto al saltador el resto
de la cuadrilla, los hombres de blanco,
hacen cintas y recortes sorteando a la res.
Es una celebración apta para todos los
públicos ya que los toros no son heridos, ni
se sacrifican en el ruedo.
Por otra parte, en el concurso de
recortadores los mozos ofrecen para el
deleite del público asistente toda clase de
quiebros, cintas y recortes frente al astado.
Tanto la corrida vasco-landesa como el
concurso de recortadores suponen la
recuperación de formas de toreo ancestrales
de la cultura vasco-navarra, que han llegado
hasta nuestros días para ofrecer un
espectáculo de gran belleza.
Ganaderías y toros
Hasta la capital navarra llegan las mejores
ganaderías para tomar parte de una de las
ferias con más prestigio. La mejora de los
transportes ha conseguido diversificar más
los lugares de procedencia de las reses. Los
toros son traídos desde el sur de Navarra,
el centro de Castilla y Andalucía y otras
partes de la península, pertenecientes entre
otros a los hierros de Pablo Romero, Miura,
Murube, Cebada Gago Domecq o Jandilla, a los
que se han ido sumando las de Victorino
Martín Andrés, Dolores Aguirre Ybarra,
Antonio Bañuelos y Fuente Ymbro. Hros. de D.
José Luis Osborne Vázquez y Alcurrucen. Por
el camino descansan en distintos corrales
hasta su llegada a la capital Navarra. Una
vez aquí conocerán tres corrales más: los
corrales del Gas, los corralillos de la
Calle Santo Domingo, de donde parte el
encierro, y los corrales de la Plaza de
Toros antes de la lidia, lo que condiciona
su actitud en coso.
Durante la Feria del Toro de Pamplona
mueren 48 toros y 6 novillos en los festejos
de la tarde. La Feria del Toro de Pamplona
se la conoce por el protagonismo especial
que cobran los toros en los festejos. En
1959 fue la primera feria del mundo que
dedicó un premio al mejor toro. Aquél año
‘Rabioso’ de la ganadería de Alvaro Domecq
se llevó el galardón. Para cualquier
ganadería el participar el los festejos de
Pamplona es un reconocimiento de su
prestigio, aunque también supone una
responsabilidad. En la plaza se prefieren
reses voluminosas, con bravura y grandes
cornamentas. El Premio Carriquiri se entrega
cada año al toro más bravo de los festejos.
Además, con el Premio de la Feria del Toro
se reconoce a la ganadería que más haya
gustado en el ruedo. En los últimos tiempos
participan hierros de prestigio de más allá
de nuestras fronteras. La misma tarde de la
lidia, los toros se distribuyen en los
diferentes chiqueros, es el llamado
‘apartado’. Para poder acceder y ver de
cerca los ejemplares que participarán en la
lidia, es necesario adquirir las entradas en
las taquillas de la plaza, desde el día 6
por la mañana, de 10 a 13 h, se puede
adquirir para todos los días y, a partir del
día 7, sólo para ese día, desde las 10
horas.
Si se desea presenciar las corridas de
Sanfermines hay un escollo importante a
tener en cuenta. No es fácil conseguir
entradas para la feria del Toro, ya que el
90% de las localidades están reservadas para
los abonados. El resto se ponen a la venta
la noche anterior, al termino de cada
corrida y la misma mañana de la lidia. Las
entradas del día 7 salen a la venta el día
anterior a partir de las 10 horas. Es
preciso hacer cola para intentar hacerse con
alguna de las entradas que salen a la venta,
los “restos” sólo para andanada, aunque lo
habitual es que se cuelgue el cartel de no
hay entradas poco después de abrirse las
taquillas.
Durante el año no se celebran
espectáculos taurinos, permaneciendo la
plaza cerrada, y es en Sanfermines, cuando
se despierta el interés por los toros entre
la afición, que acude masivamente a
participar en estos festejos. Los toros en
Pamplona se viven de un modo especial. La
peculiaridad se hace patente en los dos
modos distintos de disfrutar de este
espectáculo taurino, con dos ambientes
diferenciados que conviven en los tendidos:
el de sol y el de sombra. Mientras estos
últimos representan la parte seria, en la
que los aficionados asisten para apreciar
los distintos momentos de la faena. Es el
lugar de los expertos, aunque no todos los
son, al menos se mantiene una actitud
sosegada y atenta al desarrollo de la lidia.
Personas bien vestidas y elegantes que
contrastan de manera radical, con el público
que llena las localidades de sol.
Hablar del tendido de sol es hablar de
las peñas y de sus ganas de juerga y
desmadre. Durante las tres horas que dura la
corrida, los mozos y mozas de las peñas
bailan, cantan, saltan y sobretodo beben,
alegrando el ambiente de la plaza en el
transcurso de la tarde. Los miembros de las
peñas se pertrechan cada tarde para acudir a
los toros con cubos de bebidas,
particularmente sangría y todo tipo de
viandas para la merienda. Todo en grandes
cantidades. La sangría y otros líquidos
servirán para calmar la sed del calor de las
tardes de julio, si antes no termina en las
ropas de los espectadores cercanos. Es
habitual que se rieguen unos a otros, por lo
que más de uno lleva gorros o chubasqueros.
Cada peña tiene un lugar propio en el
tendido de sol, y se distinguen por los
blusones de cada una y por sus himnos y
pancartas. Sin embargo, a pesar del desmadre
que reina en las localidades de sol, los
mozos consiguen atender la evolución de la
faena y, si es menester, vitorear o
abuchear, los aciertos y los fallos que se
produzcan en el coso. Por otra parte, es de
admirar el buen hacer del maestro, que abajo
en la arena se juega la vida ante el animal
rodeado de ruido y del desmadre general
proveniente del tendido de sol.
Uno de los momentos típicos de las peñas
en las tardes de toros es la merienda. Justo
después del tercer toro, la gente sale del
tendido para compartir peroles de
ajoarriero, jamón con tomate, cangrejos y
demás recetario típico navarro, platos
contundentes regados de vino, cava y otras
bebidas, a poder ser de cierta graduación.
En definitiva las peñas alegran los festejos
taurinos, haciendo de este un espectáculo
especial y distinto a los de otras plazas de
prestigio. Más de un aficionado del tendido
de sombra acude a la plaza atraído, en
parte, por la algarada de los de sol,
recordando los tiempos en los que,
posiblemente, formara parte de ellos.
Amenizan los momentos de espera y el final
de la fiesta con la música de sus charangas,
sus letrillas y sus bromas a lo largo de la
tarde. |