Rosa Morena. Una vida de arte. Revista 72; Perfil

Fotos: Miguel Borrero

Nacida en la calle Felipe Checa de Badajoz, Manuela Otilia Pulgarín, más conocida por su nombre artístico, Rosa Morena, es una cantante de copla, flamenco pop y música popular y actriz, hija de un minero e integrante de una familia numerosa. Comenzó a cantar en su tierra a los 5 años, y empezó a hacerse conocida a través de actuaciones en Radio Extremadura; a los 8 años se presentó en el espectáculo teatral ‘Los nardos extremeños’, y a los 12 años debutaba en Madrid al lado del maestro Millán. Con tan solo 15 años comenzó un periplo que la llevó por Francia, Bélgica, Japón, Iberoamérica o Estados Unidos, donde llegó a actuar con Frank Sinatra, Dean Martin o Ella Fitzgerald, entre otros artistas.

Nombrada ‘La mejor artista de la Ciudad de los Rascacielos’ por los críticos artísticos de la ciudad neoyorkina, siendo la primera cantante de habla hispana en conseguir dicho galardón, tras su posterior regreso a España comenzó una popular carrera conquistando al pueblo español en los años 70 del pasado siglo.

¿Qué es la música para Rosa Morena?
La música es mi vida, es lo más grande, nunca he podido estar sin música, sin radio, sin tener a mi lado un pianista o una guitarra flamenca para cantar. La música ha sido mi vida y lo sigue siendo, aunque el cáncer que me diagnosticaron en 1987 me apartó de ese mundo. Por una parte rompió mi vida, pero por otra me la dio porque lo pude vencer, aunque lo pasé muy mal porque fue un golpe muy duro no poder volver a cantar; podría haberlo hecho, pero prefería que la gente que me conocía recordara cómo cantaba antes, y no cómo lo podría haber hecho tras quitarme un pulmón y el 20% del otro, sin tener la misma fuerza y sin poder rendir en el escenario de la misma manera. Preferí retirarme, sufriendo muchísimo, como nadie se puede imaginar al cantar desde niña en los escenarios y de pronto no poder volver a hacerlo.

Siempre fui muy creyente y le doy gracias a Dios porque, aunque me quitó esa gloria de cantar, que para mí era lo más grande, me dio el entendimiento para poder asimilar porqué he pasado por una enfermedad tan dura.

Me resigno sobre todo porque puedo hacer muchas cosas más aquí en Badajoz, en mi tierra, aunque me he encontrado con la oposición de gente que no me ha permitido poner en marcha los proyectos que tengo en mente. Me copiaron una idea para un programa de televisión sobre la copla, que aquí hay muchas chicas, y también chicos, que cantan bien y que yo podría hacerles verdaderas estrellas, preparándoles para subirse a un escenario. Sabiendo que había sufrido un cáncer, en vez de arroparme, en vez de quererme, cuando he presentado proyectos que no se habían hecho nunca antes, al final los han llevado a cabo otros y me han dado de lado; eso me ha dolido mucho, me hicieron mucho daño en un momento delicado.

Sin embargo, me quedo con el cariño que he recibido de la gente, cómo siendo una niña los emigrantes extremeños que me encontraba en mis actuaciones en el extranjero tenían mi disco de ‘Badajoz la tierra mía’, o cómo una emeritense me localizó estando de gira por Alemania y cuando salí de una actuación en Bremen me regaló un enorme bocadillo de lomo; en Nueva York también me dijeron que no podían comer si no escuchaban ‘Échale guindas al pavo’ o ‘Badajoz la tierra mía’. Ahora sigo recibiendo ese cariño cuando voy por la calle y me encuentro con admiradores que me dicen que me vaya a comer a su casa, que su madre me quiere ver y conocer.

¿Cuándo volvió a vivir a Badajoz después de cantar por medio mundo?
He estado viviendo en Madrid hasta que el ayuntamiento de Badajoz puso en 2007 mi nombre a una calle por la zona de la carretera de Corte de Peleas. Entonces fijé mi residencia en Badajoz, aunque me tuvieron como guardada en un baúl, a pesar de que me movía de un lado a otro dando ideas, hasta que hace unos meses recibí el premio de la revista Grada por mi trayectoria, que ha sido cuando la gente ha comenzado a saber realmente que estoy aquí.

Durante los años 70 representaba la imagen sexy del flamenco pop español; ¿no era atrevido para la época? Por cierto, ¿cuál es su secreto para conservarse tan bien?
Sin darme cuenta yo he tenido un punto muy sexy toda mi vida, pero de forma natural, desde pequeñita ya era así, yo no hacía nada especial. Eso me lo empezaron a potenciar los managers, junto con los escotes. Siempre me he cuidado mucho, eso sí, porque era una muñequita y veía que si engordaba no iba a ser bonito. Si pude con el cáncer, de hecho, fue porque estaba sana y tenía ganas de vivir.

Como mucha verdura y de forma muy sana, no bebo alcohol, no fumo, todos los días hago footing y en casa hago mis ejercicios de estiramientos, pero eso lo he hecho toda mi vida.

¿Era más fácil triunfar en la música y ser popular en su época o ahora con las nuevas tecnologías?
Antes era muy difícil porque no había medios, no había nada. Nadie sabe lo que tuve que luchar y poner en el escenario cada vez que subía, porque era una niña y estaban Lola Flores, Juanita Reina, Marifé de Triana, Antoñita Moreno… todas las grandes, y yo tenía que llamar la atención. Yo vestía muy recatadita por la calle, mi padre me decía que tenía que ser muy mona pero también muy fina, y cuando subía al escenario era una polvorilla, una explosión de arte y de sensualidad. Yo era una niña muy inocente, pero me fui puliendo y fui aprendiendo y cogiendo maneras; eso sí, la sencillez iba en mí, junto con saber dónde había una iglesia cada vez que iba a un sitio diferente, no podía estar sin ir a la iglesia, es lo que me inculcaron.

¿Conoce a los nuevos valores que están empezando a sonar en Extremadura, especialmente en flamenco? ¿Qué opinión le merecen?
Aquí hay muy buenas gargantas y gente que canta muy bien, y se están presentando a Las Minas, pero como no canten copla no van a hacer nada por mucho que digan del flamenco. Tú cantas copla, te vistes, sales al escenario, y no estás ahí sentado cantando como si te estuvieras lamentando; tienes que bailar, tienes que moverte, eso es un artista. Tienen que cantar copla, como Juanito Valderrama, o el Porrina, que también cantaba otros estilos, o como Rafael Farina, ‘El Malagueño’ o Pepe Pinto, que luego cantaban flamenco como hacía Rocío Jurado, como hacía yo, o pop, o lo que te echen. Teniendo garganta, cantas lo que te echen.

Amante de su tierra, a la que ha dedicado varias canciones, ¿cómo ha evolucionado Extremadura en general y desde el punto de vista del arte y la música en concreto?
Extremadura es otra cosa respecto a cuando yo me fui, esto es una maravilla, aunque en la música ha avanzado poquísimo, porque aquí hay voces impresionantes pero hay que darle arte a esas voces. Quiero que salga una estrella extremeña, que no se puede quedar solamente en mí, ni en Porrina de Badajoz que ya se ha muerto. Aquí estoy yo para sacar talentos y en todos los estilos.

¿Le falta algo después de una carrera llena de éxitos y reconocimientos?
Mi vida han sido los escenarios, discos, comidas, cenas, shows, ensayos… A veces no sabía ni dónde estaba, por ejemplo inauguré el primer Burger King de España, en Madrid, y no me acordaba, lo sé porque me lo han dicho después. De aquella época conservo el primer premio que me dieron en Badajoz, el de los críticos de Nueva York y otros muchos más; fotos como la que me hizo Ibáñez, que me tuvo un año puesta en su escaparate en la Gran Vía cuando estaba recién llegada de América, un carboncillo de Quique Herrero, un dibujo de Mingote… Tengo de todo y me gustaría que esas fotos y esos premios estuvieran en un museo para que mi gente los disfrutara; ¿para qué quiero todo eso si soy soltera y no tengo hijos? Tengo una vida tan amplia para contar que estaría tres días y no terminaría; ahora es como si estuviese viviendo de nuevo. También sé que hay una iniciativa por internet de unos fans para que me den la Medalla de Extremadura; reconozco que me haría mucha ilusión que mi tierra me premiara, sería lo más grande.

… ¿quieres saber más? Suscríbete por 30 euros al año