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El chupinazo

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El cohete anunciador, más conocido como Chupinazo, es verdaderamente el estallido de las fiestas. A las 12 en punto del día 6, miles de personas se dan cita en la Plaza Consistorial para vivir un acto relativamente moderno que se ha convertido en una de las imágenes más internacionalmente conocidas de los Sanfermines. Un mar de pañuelos rojos da la bienvenida a nueve días irrepetibles.

Información útil

Día: 6 de julio.

Hora: 12 horas.

Lugar: Plaza Consistorial.

Consejos: Acudir con tiempo, el lugar está abarrotado al menos desde una hora antes.

A las 12 en punto del 6 de julio se prende la mecha del cohete desde el balcón central del segundo piso. Al grito de “¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!”, estalla la alegría. La fachada del Ayuntamiento se engalana con pendones y las enseñas de España, Navarra (roja), Pamplona (verde) y Europa.

Después de las 12, déjese llevar por las calles entre la música y la gente. Si se encuentra con ganas, vaya con las peñas y sus charangas a la calle Jarauta. Si prefiere más tranquilidad, las terrazas de la Plaza del Castillo son obligadas, aunque no baratas.

La Pirotecnia Caballer de Godella (Valencia) es la encargada de preparar el total de los 30 cohetes que se lanzan. El cohete del chupinazo, hecho a mano, mide 1,20 m de largo y 14 mm de diámetro, y pesa 20 gramos. Tiene tres gramos más de explosivo que el resto. Está compuesto por un detonador de aluminio y percorato y una mecha de algodón y pólvora negra. El sonido que se alcanza en el momento del chupinazo es de 133 decibelios, igual al despegue de un avión a reacción.

En el balcón central del primer piso de la Casa Consistorial los clarineros dan el toque inmediato al lanzamiento del cohete. Tres minutos antes, sale al balcón superior el encargado de prender la mecha, junto con un ordenanza municipal y el responsable de la Pirotecnica Caballer, de Valencia, fabricante del cohete.

Los jóvenes se dedican durante la espera (y después del cohete) a descorchar botellas de cava y regar a su alrededor. Se corea insistentemente la consigna “¡San Fermín, San Fermín!” con el pañuelo rojo cogido en alto entre ambas manos y de cara al balcón del Consistorio. Tras el Chupinazo, los servicios de limpieza recogen en la plaza 30.000 kilos de vidrio.

La Plaza Consistorial tiene una extensión de 2.502m2. En el momento del Chupinazo se agolpan en ella unas 12.500 personas (cinco por metro cuadrado), lo que da idea de las apreturas. Eso sí, si no va dos horas antes le será muy difícil acceder a la plaza. Conviene llevar ropa cómoda y ligera porque el calor entre el gentío es sofocante. Opte por calzado deportivo y algo fácil de lavar. Durante casi dos horas le puede caer de todo por encima. Es desaconsejable acudir con niños o personas mayores o si se es propenso a los mareos o a la claustrofobia. El pañuelico rojo es la prenda sanferminera por antonomasia. Se puede adquirir en cualquier comercio textil. No se lo anude al cuello hasta que suene el primer cohete. Los pamploneses no lo hacen nunca.

El Chupinazo tiene poco más de medio siglo de vida. El comienzo de las fiestas de San Fermín tenía lugar, desde hace siglos, cuando las autoridades municipales, acompañadas de maceros, gigantes, músicos y público iban a la iglesia de San Lorenzo a las Vísperas en honor de San Fermín. En 1901 se empezó a tirar cohetes espontáneamente en la Plaza del Castillo. En 1940 el teniente de alcalde Joaquín Ilundáin y el periodista José Mª Pérez Salazar propusieron al alcalde que el Chupinazo se tirara oficialmente desde el balcón del Consistorio. Un año más tarde el alcalde prendía la mecha.

Las Vísperas y el Riau-Riau

El 6 de julio, a las 8 de la tarde, se celebran las solemnes Vísperas cantadas en honor a San Fermín en la iglesia de San Lorenzo. Constituyen el primer acto religioso de los Sanfermines y tienen un rico programa musical. Su historia se remonta al siglo XV. Al acto asiste la Corporación municipal vestida de gala. Hasta hace poco lo hacía a pie desde la Casa Consistorial. La marcha a Vísperas se celebraba a las cinco y media de la tarde y cientos de mozos acompañaban a los ediles en su desfile hasta la iglesia de San Lorenzo. El Riau-Riau, como se le conoce, nació en 1914 con un carácter de protesta hacia la autoridad. Los mozos trataban de impedir el paso de la Corporación al compás del ‘Vals de Astrain’, de cuyo estribillo recibe precisamente el nombre de Riau-Riau. En sus primeras décadas, la duración del Riau-Riau era de una hora. Con el paso de los años la marcha fue haciéndose cada vez más lenta y finalmente abortada por grupos radicales violentos que provocaron su suspensión en 1991 (pese a un intento de recuperación en 1996).

Chupinazos históricos:

1914. El carlista pamplonés Ignacio Baleztena promueve la idea para impedir la marcha de una Corporación de signo político distinto.

1927. Primera prohibición. El alcalde Demetrio Martínez de Azagra prohíbe “formar grupos delante de la comitiva”.

1972. Primera suspensión: Javier Rouzaut, alcalde en funciones, suspende la marcha a Vísperas tras 45 minutos de espera.

1980. Récord de duración. El Riau-Riau se suspende tras 5 horas y 25 minutos y 170 interpretaciones del Vals de Astrain.

1985. La Corporación llega a San Lorenzo después de 3 horas y 30 minutos.

1991. Graves incidentes. Un grupo radical impide salir a los ediles del Ayuntamiento, que sufre un intento de asalto.

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