Historia del Partido Comunista
(Bolchevique) de la U.R.S.S.
Resumen
Tomo I
I. La lucha por la creación del Partido Obrero Socialdemócrata en Rusia
(1883-1901)
El
Partido Obrero Social Demócrata marxista de Rusia surgió,
en primer lugar, de la lucha contra el populismo, contra
sus ideas falsas y nocivas para la causa de la revolución.
Sólo
destruyendo ideológicamente las concepciones de los populistas
podía prepararse el terreno para la creación del Partido
obrero marxista en Rusia. Plejanov
y su grupo "Emancipación del Trabajo" asestaron
un golpe decisivo al populismo en la década del 80 del
siglo pasado.
En
la década del 90, Lenin remató el aplastamiento ideológico
del populismo y acabó con el.
El
grupo "Emancipación del Trabajo", fundado en
1883, realizó una gran labor de difusión del marxismo
en Rusia, echó los cimientos teóricos de la socialdemocracia
y dio el primer paso para salir al encuentro del movimiento
obrero.
Con
el desarrollo del capitalismo en Rusia, creció rápidamente
el contingente del proletariado industrial. A mediados
de la década del 80, la clase obrera comenzó a marchar
por la senda de la lucha organizada, por la senda de la
actuación de masas y bajo la forma de huelgas organizadas.
Pero los círculos y grupos marxistas sólo se ocupaban
de propaganda, sin comprender bien la conveniencia de
pasar a la labor de agitación de masas dentro de la clase
obrera, por cuya razón no se hallaban aún en contacto
práctico con el movimiento obrero, no lo dirigían.
La
"Unión de lucha por la emancipación de la clase obrera",
creada por Lenin en Petersburgo en el año 1895, que desplegó
una labor de agitación de masas entre los obreros y dirigió
huelgas de masas, representaba una nueva etapa, el paso
a la agitación de masas entre los obreros y a la fusión
del marxismo con el movimiento obrero. Esta "Unión
de lucha por la emancipación de la clase obrera"
fue el primer germen del partido obrero revolucionario
en Rusia. Siguiendo las huellas de la "Unión de lucha"
de Petersburgo, se crearon organizaciones marxistas en
todos los principales centros industriales de Rusia y
en las nacionalidades enclavadas en la periferia.
En
1898 se hizo el primer intento, que no prosperó, de unificar
las organizaciones socialdemócratas marxistas en un partido,
reuniéndose el primer Congreso del P.O.S.D.R. Pero este
Congreso no logró crear todavía el Partido: no existía
programa ni estatutos del Partido, ni centro único de
dirección, ni casi ningún enlace entre los distintos círculos
y grupos marxistas.
Para
unir y enlazar entre sí las organizaciones marxistas dispersas,
formando un partido único, Lenin concibió y realizó el
plan de creación del primer periódico revolucionario marxista
para toda Rusia: la "Iskra".
Los
principales adversarios de la creación de un partido político
obrero único eran, en este periodo, los "economistas".
Estos negaban la necesidad de semejante partido. Apoyaban
la dispersión y la labor a la manera artesana y el mal
de círculos aislados. Contra ellos, precisamente, era
contra quienes dirigían sus golpes Lenin y la "Iskra",
creada por él.
La
aparición de los primeros números de la "Iskra"
(1900-1901) representó el paso al nuevo periodo, al periodo
de la verdadera creación, a base de los grupos y círculos
dispersos, del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia.
II. Formación del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia. En el Partido
surgen dos fracciones: la bolshevique
y la menshevique (1901-1904)
Durante
los años de 1901 a 1904, crecieron y se fortalecieron,
en Rusia, sobre la base del auge del movimiento obrero
revolucionario, las organizaciones socialdemócratas marxistas.
Mediante una lucha tenaz de principios contra los "economistas",
triunfó la línea revolucionaria leninista de la "Iskra" y se superaron la dispersión ideológica y la
labor a la "manera artesana".
La
"Iskra" sirvió de lazo de unión entre los círculos y
grupos socialdemócratas dispersos, y preparó el II Congreso
del Partido. En este Congreso, celebrado en 1903, se formó
el Partido Obrero Social Demócrata de Rusia, fueron aprobados
el programa y los estatutos del Partido, y se crearon
los organismos centrales de éste.
En
la lucha entablada en el II Congreso por el triunfo definitivo
de la línea de la "Iskra" manifestáronse dentro
del P.O.S.D.R. dos grupos, el de los bolsheviques
y el de los mensheviques.
Las
principales discrepancias existentes entre los bolsheviques
y los mensheviques, después
del II Congreso, versaban sobre los problemas de organización.
Los
mensheviques se aproximaron a los "economistas"
y vinieron a ocupar el puesto de éstos en el Partido.
Por el momento, el oportunismo de los mensheviques
se manifestó en el terreno de los problemas de organización.
Los mesheviques eran contrarios
a un partido revolucionario combativo de tipo leninista.
Abogaban por un partido informe, no organizado, que fuera
a la zaga de los acontecimientos. Siguieron una línea
escisionista dentro del Partido.
Con ayuda de Plejanov, se
apoderaron de la "Iskra"
y del C. C., valiéndose de estas posiciones centrales
para sus fines escisionistas.
Ante
la amenaza de una escisión por parte de los mensheviques,
los bolsheviques tomaron medidas para cerrar el paso a los escisionistas, movilizaron a las organizaciones de base
en pro de la convocatoria del III Congreso y editaron
un periódico propio, titulado "Vperiod".
Por
tanto, en vísperas de la primera revolución rusa y ya
en los comienzos de la guerra ruso-japonesa, los bolsheviques
y los mensheviques aparecían como dos grupos políticos independientes
el uno del otro.
III. Los mensheviques y los bolsheviques en el periodo de la guerra ruso-japonesa y
de la primera Revolución Rusa (1904-1907)
La
primera revolución rusa representa toda una etapa histórica
en el desarrollo de Rusia. Esta etapa histórica consta
de dos periodos. En el primer periodo, la revolución,
aprovechándose del quebrantamiento del régimen zarista,
derrotado en los campos de Manchuria, sigue su marcha
ascendente y pasa de la huelga general de carácter político,
en octubre, a la insurrección armada; en diciembre, barre
la Duma buliguiniana y arranca al zar una concesión tras otra. En
el segundo periodo, el zar, después de rehacerse, gracias
a la firma de la paz con el Japón, se aprovecha del miedo
de la burguesía liberal a la revolución y de las vacilaciones
de los campesinos, les echa a éstos como una limosna la
Duma de Witte y pasa a la
ofensiva contra la clase obrera y la revolución.
Los
tres años que, sobre poco más o menos, duró la revolución
(1905 a 1907) fueron, para la clase obrera y los campesinos,
una escuela tan fecunda de educación política como no
hubieran podido serlo treinta años de evolución pacífica
y normal. Lo que no habían conseguido hacer ver decenas
y decenas de años de desarrollo pacífico, lo hicieron
ver claramente esos pocos años de revolución.
La
revolución puso de manifiesto que el zarismo era el enemigo
jurado del pueblo, un mal que sólo podía curarse con la
tumba.
La
revolución enseñó que la burguesía liberal no buscaba
su aliado en el pueblo, sino en el zar; que era una fuerza
contrarrevolucionaria; y que el pactar con ella equivalía
a traicionar al pueblo. La revolución enseñó que el jefe
de la revolución democráticoburguesa sólo podía serlo la clase obrera, que
sólo ella era capaz de desalojar a la burguesía liberal,
a los kadetes, de emancipar a los campesinos de su influencia,
de aplastar a los terratenientes, de llevar a término
la revolución y de allanar el camino hacia el socialismo.
La
revolución enseñó, finalmente, que pese a sus vacilaciones,
los campesinos trabajadores son la única fuerza importante
capaz de aliarse a la clase obrera.
Durante
la revolución lucharon dentro del P.O.S.D.R. dos líneas
políticas: la de los bolsheviques y la de los mensheviques.
Los bolsheviques ponían rumbo
al desencadenamiento de la revolución, al derrocamiento
del zarismo por la vía de la insurrección armada, a la
hegemonía de la clase obrera, al aislamiento de la burguesía
kadete, a la alianza con los campesinos, a la formación
de un gobierno provisional revolucionario con representantes
de los obreros y los campesinos, al desarrollo de la revolución
hasta la victoria final. Por el contrario, el derrotero
que seguían los mensheviques
era el del estrangulamiento de la revolución. En vez del
derrocamiento del zarismo mediante la insurrección, preconizaban
su reforma y "mejoramiento"; en vez de la hegemonía
del proletariado, la hegemonía de la burguesía liberal;
en vez de la alianza con los campesinos, la alianza con
la burguesía kadete; en vez
de un gobierno provisional revolucionario, la Duma, como
centro de las "fuerzas revolucionarias" del
país.
Así
fue como los mensheviques se hundieron en la charca del reformismo, convirtiéndose
en vehículo de la influencia burguesa sobre la clase obrera
y pasando a ser, de hecho, agentes de la burguesía en
el campo proletario.
Los
bolsheviques demostraron ser la única fuerza marxista revolucionaria
que había en el Partido y en el país.
Como
es lógico, después de producirse discrepancias tan graves,
el P.O.S.D.R. apareció, de hecho, escindido en dos partidos,
el partido bolshevique y el
partido menshevique. El IV
Congreso no hizo cambiar en nada la situación de hecho
existente dentro del Partido. No hizo más que mantener
y afianzar un poco su unidad formal. El V Congreso
representó un paso de avance en el sentido de la unificación
efectiva del Partido, unificación que, además, se llevó
a efecto bajo la bandera bolshevique.
Haciendo
el balance del movimiento revolucionario, el V Congreso
del Partido condenó la línea menshevique, como una línea reformista, y aprobó la línea
bolshevique, como la línea marxista revolucionaria. Con
esto confirmó, una vez más, lo que había sido ya confirmado
por toda la marcha de la primera revolución rusa.
La
revolución puso de manifiesto que los bolsheviques
saben avanzar, cuando así lo exige la situación, y que
han aprendido a avanzar en vanguardia llevando con ellos
el pueblo al asalto. Pero puso de relieve, asimismo, que
los bolsheviques saben también replegarse ordenadamente, cuando
la situación toma un carácter desfavorable, cuando la
revolución declina, y han aprendido a replegarse certeramente,
sin pánico y sin precipitación, para mantener indemnes
sus cuadros, acumular fuerzas y, después de rehacerse
con arreglo a la nueva situación, lanzarse de nuevo al
ataque contra el enemigo.
No
es posible vencer al enemigo, si no se sabe atacar certeramente.
No
es posible evitar un descalabro en caso de derrota, si
no se sabe retroceder certeramente, replegándose sin pánico
y en perfecto orden.
IV. Los mensheviques y los bolsheviques
durante el periodo de la reacción stolypiniana.
Los bolsheviques pasan a formar un partido marxista independiente
(1908-1912)
Los
años de 1908 a 1912 fueron un periodo dificilísimo para
la actuación revolucionaria. Después de la derrota de
la revolución, bajo las condiciones del descenso del movimiento
revolucionario y del cansancio de las masas, los bolsheviques
cambiaron de táctica y pasaron de la lucha abierta contra
el zarismo a la lucha por medios indirectos. Bajo las
duras condiciones de la reacción stolypiniana, los bolsheviques
aprovecharon las más pequeñas posibilidades legales para
mantener el enlace con las masas (desde las mutualidades
obreras y los sindicatos hasta la tribuna de la Duma)
y acumulaban incansablemente fuerzas para el nuevo auge
del movimiento revolucionario.
En
la dura situación creada por la derrota de la revolución,
por el derrumbamiento de las corrientes de oposición,
el desengaño en punto a la revolución y la acentuación
de los ataques revisionistas de una serie de intelectuales
desertores del Partido (Bogdanov, Basarov, etc.) contra
los fundamentos teóricos de éste, los bolsheviques
acreditaron ser la única fuerza dentro del Partido que
no plegaba su bandera, que se mantenía leal a su programa
y rechazaba los ataques de los "críticos" de
la teoría marxista (libro de Lenin "Materialismo
y Empiriocriticismo").
El temple ideológico marxista-leninista y su capacidad
para comprender las perspectivas de la revolución ayudaron
al núcleo fundamental de los bolsheviques,
estrechamente agrupados en torno a Lenin, a defender la
causa del Partido y sus principios revolucionarios. "No
en vano dicen de nosotros que somos firmes como la roca",
escribía Lenin, hablando de los bolsheviques.
Durante
este periodo, los mensheviques
van alejándose cada vez más de la revolución. Se convierten
en liquidadores, exigen la liquidación, la destrucción
del Partido clandestino, revolucionario, del proletariado,
se apartan cada vez más abiertamente del programa del
Partido y de sus tareas y consignas revolucionarias, e
intentan organizar su propio partido, un partido reformista,
que los obreros bautizan con el nombre de "partido
obrero stolypiniano". Trotski
ayuda a los liquidadores, cubriéndose farisaicamente con
la consigna de la "unidad del partido", que
significaba, en realidad, la unidad con los liquidadores.
De
otra parte, un grupo de bolsheviques,
incapaces de comprender la necesidad de dar un viraje
hacia nuevos métodos, hacia métodos indirectos de lucha
contra el zarismo, exige que se renuncie a la utilización
de las posibilidades legales y que se retiren los diputados
obreros de la Duma. Este grupo, el de los "otsovistas",
empuja al Partido a romper sus enlaces con las masas,
entorpece la concentración de fuerzas para el nuevo avance
de la revolución. Disfrazándose con frases "izquierdistas",
renuncia, en realidad, a la lucha revolucionaria, ni más
ni menos que los liquidadores.
Liquidadores
y "otsovistas" se unen contra Lenin en bloque, el Bloque
de Agosto, organizado por Trotski.
Los
bolsheviques triunfan en la lucha contra los liquidadores
y los "otsovistas",
en la lucha contra el Bloque de Agosto y defienden con
éxito al Partido proletario clandestino.
El
acontecimiento más importante de este periodo es la Conferencia
de Praga del P.O.S.D.R. (enero de 1912). En esta Conferencia
fueron expulsados del Partido los mensheviques y se acabó para siempre con la convivencia
formal de bolsheviques y mensheviques
en un solo partido. Los bolsheviques
dejaron de ser un grupo político para formar un partido
independiente: el Partido Obrero Social Demócrata de Rusia
(bolshevique). La Conferencia
de Praga puso los cimientos para un partido de nuevo tipo,
para el Partido del Leninismo, para el Partido bolshevique.
La
depuración del Partido proletario mediante la eliminación
de los oportunistas, de los mensheviques, llevada a cabo por la Conferencia de Praga,
tuvo una grande y decisiva importancia para el futuro
desarrollo del Partido y de la revolución. Si los bolshevique
no hubiesen expulsado del Partido a los traidores a la
causa obrera, a los oportunistas mensheviques, el Partido proletario no hubiera podido conducir
las masas a la conquista de la dictadura del proletariado
en el año 1917.
V. El Partido Bolshevique durante los años
de auge del movimiento obrero, que precedieron a la primera
guerra imperialista (1912-1914)
Durante
los años del nuevo auge revolucionario (1912 a 1914),
el Partido bolshevique se
puso al frente del movimiento obrero y lo condujo, bajo
las consignas bolsheviques, hacia la nueva revolución. El Partido supo
combinar el trabajo clandestino con el trabajo legal.
Venciendo la resistencia de los liquidadores y de sus
amigos, los trotskistas y los "otsovistas", se apoderó de todas las formas del movimiento
legal y convirtió las organizaciones legales en puntos
de resistencia para su actuación revolucionaria.
Luchando
contra los enemigos de la clase obrera y contra sus agentes
dentro del movimiento proletario, el Partido reforzó sus
filas y acrecentó sus vínculos con la clase obrera. Valiéndose
ampliamente de la tribuna de la Duma para la agitación
revolucionaria y fundando un magnífico periódico obrero
de masas, la "Pravda", el Partido educó a una nueva generación de
obreros revolucionarios, la generación de los "pravdistas".
Esta promoción de obreros se mantuvo, durante los años
de la guerra imperialista, fiel a la bandera del internacionalismo
y de la revolución proletaria. Más tarde, constituyó el
núcleo del Partido bolshevique
en las jornadas de la Revolución de Octubre de 1917.
En
vísperas de la guerra imperialista, el Partido bolshevique
dirigía las acciones revolucionarias de la clase obrera.
Estas acciones eran combates de avanzada, a los que puso
fin la guerra imperialista, pero que fueron reanudados
tres años más tarde para el derrocamiento del zarismo.
El Partido bolshevique entraba en la dura etapa de la guerra imperialista
con las banderas del internacionalismo proletario desplegadas.
VI. El Partido Bolshevique durante el periodo
de la guerra imperialista. La segunda Revolución en Rusia
(1914-marzo de 1917)
La
guerra imperialista estalló como consecuencia de la desigualdad
de desarrollo de los países capitalistas, como consecuencia
de la ruptura del equilibrio entre las principales potencias,
como consecuencia de la necesidad en que se veían los
imperialistas de proceder a un nuevo reparto del mundo
por medio de la guerra y de crear un nuevo equilibrio
de fuerzas.
La
guerra no habría adquirido un carácter tan desastroso,
y hasta es probable que no hubiera llegado a tomar tales
proporciones, si los partidos de la Segunda Internacional
no hubiesen traicionado la causa de la clase obrera, si
no hubiesen infringido los acuerdos de los congresos de
la Segunda Internacional contra la guerra, si se hubiesen
decidido a proceder activamente y poner en pie a la clase
obrera contra sus propios gobiernos imperialistas, contra
los incendiarios de la guerra.
El
Partido bolshevique fue el único partido proletario que se mantuvo
fiel a la causa del socialismo y del internacionalismo,
organizando la guerra civil contra su propio gobierno
imperialista. Todos los demás partidos de la Segunda Internacional,
vinculados con la burguesía a través de su grupo dirigente,
resultaron estar entregados de pies y manos al imperialismo,
desertaron al campo de los imperialistas.
La
guerra, reflejo de la crisis general del capitalismo,
agudizó esta crisis y debilitó al capitalismo mundial.
Los obreros de Rusia y el Partido bolshevique
fueron los primeros del mundo que supieron aprovechar
eficazmente la debilidad del capitalismo para romper el
frente imperialista, derribar al zar y crear los Soviets
de diputados obreros y soldados.
Las
grandes masas de la pequeña burguesía, de los soldados
e incluso de los obreros, embriagadas por los primeros
éxitos de la revolución y confiadas en las seguridades
que les deban los mensheviques
y socialrevolucionarios de
que en adelante todo marcharía
bien, se dejaron llevar de la confianza en el Gobierno
provisional, apoyaron a éste.
Ante
el Partido bolshevique se planteaba la tarea de explicar a las masas
de obreros y soldados, embriagadas por los primero éxitos,
que aun había un largo trecho que recorrer hasta el triunfo
total de la revolución, que mientras el Poder se hallase
en manos de los Gobierno provisional de la burguesía y
mandasen en los Soviets los oportunistas, los mensheviques
y socialrevolucionarios, el
pueblo no obtendría la paz, ni la tierra ni el pan; que,
para que la victoria fuese completa, era necesario dar
un paso más hacia adelante y entregar el Poder a los Soviets.
Tomo
II
VII. El Partido Bolshevique durante el periodo
de preparación y realización de la Revolución Socialista
de Octubre (Abril 1917-1918)
Durante
los ocho meses que van desde febrero a octubre de 1917,
el Partido bolshevique realiza
una dificilísima labor: conquista la mayoría de la clase
obrera y, dentro de los Soviets, atrae al lado de la Revolución
Socialista a millones de campesinos. Arranca a estas masas
a la influencia de los partidos pequeño-burgueses (socialrevolucionarios,
mensheviques, anarquistas) y va desenmascarando paso a paso,
la política de estos partidos, dirigida contra los intereses
de los trabajadores. El Partido bolshevique
despliega una labor política gigantesca en el frente y
en la retaguardia, preparando a las masas para la Revolución
Socialista de Octubre.
Los
momentos decisivos en la historia del Partido bolshevique
durante este periodo, fueron: la llegada de Lenin de la
emigración, sus Tesis de Abril, la Conferencia de Abril
del Partido y el VI Congreso de éste. Los acuerdos del
Partido infundieron a la clase obrera fuerza y seguridad
en el triunfo y le dieron soluciones para los problemas
más importantes de la Revolución. La Conferencia de Abril
encaminó al Partido hacia la lucha por el paso de la revolución
democráticoburguesa a la revolución
socialista. El VI Congreso orientó al Partido hacia la
insurrección armada contra la burguesía y su gobierno
provisional.
Los
partidos oportunistas, socialrevolucionarios
y mensheviques, anarquistas y demás partidos no comunistas,
coronaron su trayectoria: todos ellos se convirtieron,
ya antes de la Revolución de Octubre en partidos burgueses,
defendiendo la integridad y la conservación del régimen
capitalista. Sólo el Partido bolshevique
dirigió a las masas en su lucha por el derrocamiento de
la burguesía y la instauración del Poder de los Soviets.
Al
mismo tiempo, los bolsheviques aplastaron los intentos de los capituladores dentro del partido, los intentos de Zinoviev, Kamenev, Rykov, Bujarin, Trotski, Piatakov y otros de
desviar al Partido del camino de la Revolución Socialista.
La
clase obrera, dirigida por el Partido bolshevique,
aliada a los campesinos pobres y apoyada por los soldados
y marinos, derribó el Poder de la burguesía, instauró
el Poder de los Soviets, fundó un nuevo tipo de Estado,
el Estado soviético socialista, abolió la propiedad de
los terratenientes sobre la tierra, entregó ésta en disfrute
a los campesinos, nacionalizó toda la tierra del país,
expropió a los capitalistas, puso término a la guerra
conquistando la paz, obtuvo la necesaria tregua y creó
con ello las condiciones indispensables para el desarrollo
de la construcción socialista.
La
Revolución Socialista de Octubre destruyó el capitalismo,
arrebató a la burguesía los medios de producción y convirtió
las fábricas y empresas industriales, la tierra, los ferrocarriles
y los bancos en propiedad de todo el pueblo, en propiedad
social.
Instauró
la dictadura del proletariado y entregó la dirección de
un inmenso Estado a la clase obrera, convirtiéndola con
ello en clase dominante.
Con
esto, la Revolución Socialista de Octubre abre en la historia
de la Humanidad una nueva era, la era de las revoluciones
proletarias.
VIII. El Partido Bolshevique durante el periodo
de la intervención militar extranjera y de la guerra civil
(1918-1920)
Los
terratenientes y capitalistas, derrotados por la Revolución
de Octubre, en unión de los generales blancos se confabularon
a expensas de los intereses de su patria, con los gobiernos
de los países de la Entente para desencadenar una agresión
militar conjunta contra al país de los Soviets y derrocar
el Poder Soviético. Sobre estas bases se organizó la intervención
armada de la Entente y la sublevación de los guardias
blancos en la periferia de Rusia, a consecuencia de las
cuales el País Soviético quedó aislado de sus centros
de aprovisionamiento y de sus bases de materias primas.
La
derrota militar de Alemania y la liquidación de la guerra
de las dos coaliciones imperialistas de Europa condujeron
al fortalecimiento de la Entente y al recrudecimiento
de la intervención, creando nuevas dificultades al país
de los Soviets.
En
cambio, la revolución en Alemania y el movimiento revolucionario
iniciado en los países de Europa crearon una situación
internacional favorable para el Poder Soviético y aliviaron
la situación del país de los Soviets.
El
Partido bolshevique puso en pie a los obreros y a los campesinos
para la guerra de salvación de la Patria, contra
los anexionistas extranjeros y los guardias blancos burgueses
y terratenientes. La República Soviética y su Ejército
Rojo fueron aplastando una tras otra a todas las criaturas
de la Entente: Kolchak, Yudenich,
Denikin, Krasnov
y Wrangel, y arrojaron de Ucrania y Bielorrusia a otra más,
a Pilsudski, rechazando con
ello la intervención armada extranjera y limpiando de
tropas intervencionistas todo el territorio soviético.
Por
tanto, la primera agresión armada del capital internacional
contra el país del socialismo terminó con una bancarrota
completa de aquel.
Los
partidos derrotados por la revolución, los socialrevolucionarios,
los mensheviques, los anarquistas,
los nacionalistas, apoyaron durante el periodo de la intervención
armada a los generales blancos y a los intervencionistas,
organizaron complots contrarrevolucionarios contra la
República de los Soviets y actos de terrorismo contra
los militantes soviéticos. Estos partidos, que antes de
la Revolución de Octubre habían llegado a tener cierta
influencia entre la clase obrera, durante el periodo de
la guerra civil quedaron completamente desenmascarados
a los ojos de las masas del pueblo como partidos contrarrevolucionarios.
El
periodo de la guerra civil y de la intervención armada
marca el hundimiento político de estos partidos y el triunfo
definitivo del Partido Comunista en el País Soviético.
IX. El Partido Bolshevique durante el periodo
de transición a la labor pacífica de restauración de la
economía nacional (1921-1925)
Los
años de transición a la labor pacífica de restauración
de la Economía nacional son uno de los periodos de mayor
responsabilidad en la historia del Partido bolshevique. En una tensa situación, el Partido supo llevar
a cabo el difícil viraje de la política del comunismo
de guerra a la nueva política económica. El Partido fortaleció
la alianza entre los obreros y los campesinos sobre una
nueva base económica. Fue fundada la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas.
Por
el camino de la nueva política económica, se lograron
éxitos decisivos en punto a la restauración de la Economía
nacional. El país de los Soviets recorrió con éxito la
etapa de restauración en el desarrollo de la Economía
nacional y comenzó a pasar a la nueva etapa, a la etapa
de la industrialización del país.
El
paso de la guerra civil a la labor de edificación pacífica
del socialismo fue acompañado, principalmente en los primeros
tiempos, por grandes dificultades. Los enemigos del bolshevismo,
los elementos contrarios al Partido bolshevique emboscados dentro de sus filas, mantuvieron,
a lo largo de todo este periodo, una lucha desesperada
contra el Partido leninista. A la cabeza de estos elementos
contrarios al Partido figuraba Trotski, teniendo como lugarteniente en esta lucha a Kamenev, Zinoviev y Bujarin. Los elementos de la oposición pretendieron desarticular
las filas del Partido bolshevique
después de la muerte de Lenin, escindir al Partido y contagiarle
su falta de fe en el triunfo del socialismo en la U.R.S.S.
En el fondo, los trotskistas intentaban crear en la U.R.S.S.
una organización política de la nueva burguesía, otro
partido, el partido de la restauración capitalista.
El
Partido apretó sus filas bajo la bandera de Lenin en torno
a su Comité Central leninista, en torno al camarada Stalin,
e infligió una derrota, tanto a los trotskistas como a
sus nuevos amigos de Leningrado, a la nueva oposición
de Zinoviev y Kamenev.
Después
de acumular fuerzas y recursos, el Partido bolshevique
condujo al país hacia una nueva etapa histórica, hacia
la etapa de la industrialización socialista.
X. El Partido Bolshevique en la lucha por la
industrialización socialista del país (1926-1929)
En
la lucha por la industrialización socialista del país,
el Partido hubo de vencer, en los años de 1926 a 1929,
enormes dificultades de orden interior e internacional.
Los esfuerzos del Partido y de la clase obrera condujeron
al triunfo de la política de la industrialización socialista
del País Soviético.
Fue
resuelto, en lo fundamental, uno de los problemas más
difíciles que planteaba la industrialización: el problema
de la acumulación de los recursos necesarios para la construcción
de la industria pesada. Se pusieron los cimientos de una
industria pesada, capaz de equipar de nuevo toda la Economía
nacional.
Fue
aprobado el primer Plan quinquenal de edificación del
socialismo. Se desarrolló, en proporciones gigantescas,
la construcción de nuevas fábricas, sovjoses y coljoses.
Estos
avances en el camino del socialismo fueron acompañados
por una agudización de la lucha de clases dentro del país
y por un recrudecimiento de la lucha en el seno del Partido.
Los resultados más importantes de esta lucha fueron: el
aplastamiento de la resistencia de los kulaks,
el desenmascaramiento del bloque de los capituladores
trotskistas-zinovievistas
como un bloque antisoviético, el desenmascaramiento de
los capituladores de derecha
como agentes de los kulaks,
la expulsión de los trotskistas del Partido, el reconocimiento
de que las ideas de éstos y de los oportunistas de derecha
eran incompatibles con la permanencia dentro del P.C.
(b) de la U.R.S.S.
Derrotados
ideológicamente por el Partido bolshevique
y habiendo perdido toda base de actuación entre la clase
obrera, los trotskistas dejaron de ser una corriente política
para convertirse en una pandilla de arrivistas sin principios y estafadores políticos, en una
banda de falsarios políticos.
Puestos
los cimientos de la industria pesada, el Partido movilizó
a la clase obrera y a los campesinos para la ejecución
del primer Plan quinquenal de reconstrucción socialista
de la U.R.S.S.; se extendió por todo el país la emulación
socialista de millones de trabajadores; se levantó una
potente oleada de entusiasmo en el trabajo y surgió una
nueva disciplina del trabajo.
Este
periodo termina con el año del gran viraje, que registró
éxitos gigantescos del socialismo en la industria y los
primero éxitos importantes logrados en el terreno de la
agricultura, el viraje de los campesinos medios hacia
los coljoses y el comienzo
del movimiento coljosiano
de masas.
XI. El Partido Bolshevique en la lucha por
la colectivización de la agricultura (1939-1934)
En
los años de 1930 a 1934, el Partido bolshevique
resolvió la tarea histórica más difícil de la revolución
proletaria, después de la conquista del Poder: la de llevar
a millones de pequeños propietarios campesinos a la senda
de los coljoses, a la senda
del socialismo.
La
liquidación de los kulaks,
como clase explotadora más numerosa, y el encauzamiento
de las grandes masas campesinas por la senda de los coljoses condujeron a la destrucción de las últimas raíces
del capitalismo en el país, al triunfo total del socialismo
en la agricultura y a la consolidación definitiva del
Poder Soviético en el campo.
Después
de vencer una serie de dificultades de organización, los
coljoses se afianzaron definitivamente
y comenzaron a marchar por la senda de una vida próspera.
Como
resultado de la ejecución del primer Plan quinquenal,
se levantaron en el País Soviético los cimientos inconmovibles
de la Economía socialista: se construyó una industria
pesada socialista de primera clase y una agricultura colectiva
mecanizada, se acabó con el paro forzoso y con la explotación
del hombre por el hombre, y se crearon las condiciones
necesarias para el mejoramiento ininterrumpido de la situación
material y cultural de los trabajadores de la Patria socialista.
Estos
éxitos gigantescos fueron logrados por la clase obrera,
por los coljosianos y por
todos los trabajadores del País Soviético, gracias a la
política intrépida, revolucionaria y sabia del Partido
y del Gobierno.
El
cerco capitalista, aspirando a debilitar y minar la potencia
de la Unión Soviética, reforzó su "trabajo"
encaminado a organizar dentro de la U.R.S.S. bandas de
asesinos, saboteadores y de espías. La actividad hostil
contra la U.R.S.S. del cerco capitalista recrudeció especialmente
después del ascenso al Poder de los fascistas en Alemania
y el Japón. Los trotskistas y los zinovievistas
entraron al servicio del fascismo, como criados leales,
dispuestos a cometer actos de espionaje, de sabotaje,
de terrorismo y de diversionismo,
dispuestos a laborar por la derrota de la U.R.S.S., todo
en nombre de la restauración del capitalismo.
El
Poder Soviético castigó con mano férrea a estos abortos
del género humano y les dio implacablemente su merecido,
como a verdaderos enemigos del pueblo y traidores a la
patria.
XII. El Partido Bolshevique en la lucha por el coronamiento de la edificación
de la sociedad socialista e implantación de la nueva constitución
(1935-1937)
Los
trabajadores de la U.R.S.S. -los obreros, los campesinos,
los intelectuales- habían cambiado profundamente durante
los años de la edificación socialista.
La
clase obrera había dejado de ser una clase explotada,
privada de los medios de producción, como lo es bajo el
capitalismo. Había destruido el capitalismo, arrebatado
a los capitalistas los medios de producción, para convertirlos
en propiedad social. Había dejado de ser un proletariado,
en el sentido estricto y antiguo de esta palabra. El proletariado
de la U.R.S.S., en cuyas manos se halla el Poder del Estado,
se ha convertido en una clase totalmente nueva. Se ha
convertido en una clase obrera emancipada de la explotación,
que ha destruido el sistema de la Economía capitalista
e instaurado la propiedad socialista sobre los medios
de producción; es decir, en una clase obrera como jamás
la había conocido la historia de la Humanidad.
No
menos profundos eran los cambios que se habían operado
en la situación de los campesinos de la U.R.S.S. En los
viejos tiempos, más de dos decenas de millones de explotaciones
campesinas pequeñas y medias, sueltas y desperdigadas,
trabajaban mortecinamente sus parcelas. Cultivaban la
tierra, valiéndose de una técnica atrasada; eran explotadas
por los terratenientes, por los kulaks,
por los comerciantes, por los especuladores, por los usureros,
etc. Ahora, ha surgido en la U.R.S.S. un tipo completamente
nuevo de campesino: ya no hay terratenientes ni kulaks,
comerciantes ni usureros que puedan explotarle. La inmensa
mayoría de las explotaciones campesinas ha entrado en
los coljoses,
basados, no en la propiedad privada sobre los medios de
producción, sino en la propiedad colectiva y en el régimen
de trabajo colectivo. Es éste un nuevo tipo de campesinos,
libre de toda explotación. Este tipo de campesino no lo
había conocido tampoco, hasta ahora, la historia de la
Humanidad.
Han
cambiado también los intelectuales de la U.R.S.S. Son
ya, en masa, intelectuales totalmente nuevos. En su mayoría,
han salido del seno de los obreros y de los campesinos.
No sirven ya, como los antiguos intelectuales, al capitalismo,
sino al socialismo. El intelectual ha pasado a ser miembro
con plenitud de derechos de la sociedad socialista. Estos
intelectuales construyen la nueva sociedad, la sociedad
socialista, del brazo de los obreros y campesinos. Son
un tipo nuevo de intelectuales, puestos al servicio del
pueblo y emancipados de toda explotación. Este tipo de
intelectuales no lo había conocido tampoco la historia
de la Humanidad.
De
este modo, se van borrando las fronteras de clase entre
los trabajadores de la U.R.S.S., va desapareciendo el
antiguo exclusivismo de clase. Ceden y se borran las contradicciones
económicas y políticas entre los obreros, los campesinos
y los intelectuales. Se ha creado la base para la unidad
moral y política de la sociedad.
Estos
profundos cambios operados en la vida de la U.R.S.S.,
estos éxitos decisivos del socialismo en la U.R.S.S. encontraron
su expresión en la nueva Constitución de la Unión Soviética.
Con
arreglo a esta Constitución, la sociedad soviética está
formada por dos clases hermanas, los obreros y los campesinos,
entre las cuales existen aún ciertas diferencias de clase.
La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas es un Estado
Socialista de obreros y campesinos.
La
base política de la U.R.S.S. la constituyen los Soviets
de diputados de los trabajadores que han crecido y se
han robustecido, como resultado del derrocamiento del
Poder de los terratenientes y capitalistas y de la conquista
de la dictadura del proletariado.
En
la U.R.S.S., todo el Poder pertenece a los trabajadores
de la ciudad y del campo, representados por los Soviets
de diputados de los trabajadores.
El
órgano superior del Poder del Estado, en la U.R.S.S.,
es el Soviet Supremo de la U.R.S.S.
El
Soviet Supremo de la U.R.S.S., formado por dos Cámaras
iguales en derechos, el Soviet de la Unión y el Soviet
de las Nacionalidades, es elegido por los ciudadanos de
la U.R.S.S., por un plazo de cuatro años, sobre la base
del sufragio universal, igual, directo y secreto.
Las
elecciones al Soviet Supremo de la U.R.S.S., así como
a todos los Soviets de diputados de los trabajadores,
se hacen por sufragio universal. Esto quiere
decir que todos los ciudadanos de la U.R.S.S. que hayan
cumplido los 18 años, cualquiera que sea su raza y nacionalidad,
su credo religioso, su grado de instrucción, su residencia,
su origen social, su situación económica y su conducta
en el pasado, tienen derecho a participar en las elecciones
a diputados y a ser elegidos, con excepción de los alienados
y de las personas privadas de sus derechos electorales
por sentencia judicial.
Las
elecciones a diputado se hacen por sufragio igual.
Esto quiere decir que cada ciudadano tiene un solo voto
y que todos los ciudadanos toman parte en las elecciones
sobre bases iguales.
Las
elecciones a diputados son directas. Esto quiere
decir que las elecciones a todos los Soviets de diputados
de los trabajadores, desde los Soviets rurales y urbanos
hasta el Soviet Supremo de la U.R.S.S., son efectuadas
por los ciudadanos por vía directa, es decir, votando
directamente a los diputados.
El
Soviet Supremo de la U.R.S.S. elige, en sesión conjunta
de ambas Cámaras, a la Comisión Permanente del Soviet
Supremo y al Consejo de Comisarios del Pueblo de la U.R.S.S.
La
base económica de la Unión Soviética la constituyen el
sistema socialista de Economía y la propiedad socialista
sobre los medios de producción. En la U.R.S.S., se aplica
el principio del socialismo: "De cada uno, según
su capacidad, a cada uno, según su trabajo".
Se
garantiza a todos los ciudadanos de la U.R.S.S. el derecho
al trabajo, el derecho al descanso, el derecho a la instrucción,
el derecho al aseguramiento material en su vejez en caso
de enfermedad o de incapacitación para el trabajo.
La
mujer disfruta de derechos iguales al hombre en todos
los dominios de la vida.
La
igualdad de derechos de todos los ciudadanos de la U.R.S.S.,
independientemente de su nacionalidad y raza, es ley intangible.
Se
reconoce a todos los ciudadanos la libertad de conciencia
y también la libertad de propaganda antirreligiosa.
La
Constitución garantiza -en interés de la consolidación
de la sociedad socialista- la libertad de palabra, de
prensa, de reunión y de mítines, el derecho de agruparse
en organizaciones sociales, la inviolabilidad de la personalidad,
la inviolabilidad del domicilio y del secreto de la correspondencia
y el derecho de asilo para los ciudadanos extranjeros
perseguidos por defender los intereses de los trabajadores,
por sus actividades científicas o por la lucha en pro
de la liberación nacional.
Al
mismo tiempo, la nueva Constitución impone a todos los
ciudadanos de la U.R.S.S. serios deberes: cumplir las
leyes, acatar la disciplina en el trabajo, cumplir honradamente
sus deberes sociales, respetar las reglas de convivencia
de la sociedad socialista, salvaguardar y fortalecer la
propiedad social, socialista, y defender la patria socialista.
"La
defensa de la Patria es deber sagrado de todos los ciudadanos
de la U.R.S.S.".
Hablando
del derecho de los ciudadanos a agruparse en diferentes
organizaciones, la Constitución estampa en uno de sus
artículos las palabras siguientes:
"Los
ciudadanos más activos y conscientes de la clase obrera
y de las otras capas de trabajadores se agrupan en el
Partido Comunista (bolshevique)
de la U.R.S.S., que es el destacamento de vanguardia de
los trabajadores en su lucha por el afianzamiento y desarrollo
del régimen socialista y el núcleo dirigente de todas
las organizaciones de trabajadores, tanto sociales como
del Estado".
El
VIII Congreso de los Soviets aprobó y sancionó por unanimidad
el proyecto de nueva Constitución de la U.R.S.S.
El
país de los Soviets obtuvo así una nueva Constitución,
la Constitución del triunfo del socialismo y de la democracia
obrera y campesina.
De
este modo, la Constitución vino a consagrar el hecho de
alcance histórico-universal de que la U.R.S.S. ha entrado
en una nueva etapa de desarrollo, en la etapa de coronamiento
de la edificación de la sociedad socialista y de transición
gradual hacia la sociedad comunista, en la que el principio
a que se acomodará la dirección de la vida social será
el principio comunista: "De cada uno, según su capacidad,
a cada uno, según sus necesidades".
Conclusión
¿Cuáles
son los resultados fundamentales del camino histórico
recorrido por el Partido bolshevique?
¿Qué
nos enseña la historia del Partido Comunista (bolshevique)
de la U.R.S.S.?
1)
La historia del Partido bolshevique
nos enseña, ante todo, que el triunfo de la revolución
proletaria, el triunfo de la dictadura del proletariado
es imposible sin un partido revolucionario del proletariado,
libre de oportunismo, intransigente frente a los oportunistas
y capituladores, y revolucionario
frente a la burguesía y al Poder de su Estado.
La
historia del Partido bolshevique
nos enseña que el dejar al proletariado sin un partido
así equivale a dejarle sin dirección revolucionaria; y
el dejarle sin dirección revolucionaria equivale a hacer
fracasar la causa de la revolución proletaria.
La
historia del Partido bolshevique
nos enseña que este partido no puede ser un partido socialdemócrata
corriente del tipo de los de la Europa occidental, educado
en una situación de paz social, que marcha a remolque
de los oportunistas, sueña con "reformas sociales"
y teme a la revolución social.
La
historia del Partido bolshevique
nos enseña que este partido sólo puede ser un partido
de nuevo tipo, un partido marxista-leninista, el Partido
de la revolución social, capaz de preparar al proletariado
para los combates decisivos contra la burguesía y de organizar
el triunfo de la revolución proletaria.
Eso
es, en la U.R.S.S., el Partido bolshevique.
"En
el periodo prerrevolucionario -dice el camarada Stalin-
en el periodo de evolución más o menos pacífica, en que
los partido de la Segunda Internacional representaban
la fuerza predominante dentro del movimiento obrero, y
las formas parlamentarias de lucha se consideraban como
fundamentales, en estas condiciones, el Partido no tenía
ni podía tener la grande y decisiva importancia que adquirió
más tarde, bajo las condiciones de los choques revolucionarios
abiertos. Kautski, defendiendo a la Segunda Internacional contra quienes
la atacaban, dice que los partidos de la Segunda Internacional
son instrumentos de paz y no de guerra, y que precisamente
por esto resultaron ser impotentes para emprender nada
serio durante la guerra, en el periodo de las acciones
revolucionarias del proletariado. Y esto es totalmente
exacto. Pero, ¿qué significa esto? Significa que los partidos
de la Segunda Internacional son inservibles para la lucha
revolucionaria del proletariado, que no son partidos combativos
del proletariado que conducen a éste al Poder, sino aparatos
electorales adaptados a las elecciones al parlamento y
a la lucha parlamentaria. Esto explica precisamente el
hecho de que, durante el periodo de predominio de los
oportunistas de la Segunda Internacional, la organización
política fundamental del proletariado no fuese el partido,
sino la fracción parlamentaria. Es sabido que en este
periodo, el partido era, en realidad, un apéndice de la
fracción parlamentaria y un elemento puesto al servicio
de ésta. No hace falta demostrar que, en tales condiciones
y con semejante partido al frente, no se podía ni hablar
de preparar al proletariado para la revolución.
Pero
las cosas cambiaron radicalmente al entrar en el nuevo
periodo. Este nuevo periodo es el periodo de los choques
abiertos entre las clases, el periodo de las acciones
revolucionarias del proletariado, el periodo de la revolución
proletaria, el periodo de la preparación directa de las
fuerzas para el derrocamiento del imperialismo y la toma
del Poder por el proletariado. Este periodo plantea ante
el proletariado nuevas tareas de reorganización de toda
la labor del Partido en un sentido nuevo, revolucionario,
de educación de los obreros en el espíritu de la lucha
revolucionaria por el Poder, de preparación y concentración
de las reservas, de alianza con los proletarios de los
países vecinos, de establecimiento de sólidos vínculos
con el movimiento de liberación de las colonias y de los
países dependientes, etc,
etc. Pensar que estas tareas nuevas pueden resolverse
con las fuerzas de los viejos partidos socialdemócratas,
educados bajo las condiciones pacíficas del parlamentarismo,
equivale a condenarse a una desesperación sin remedio,
a una derrota ineluctable. Tener que afrontar estas tareas
con los viejos partidos al frente equivale a encontrarse
completamente desarmados. ¿Hace falta, acaso, demostrar
que el proletariado no podía resignarse a semejante situación?
De
aquí la necesidad de un nuevo partido, de un partido combativo,
de un partido revolucionario, lo bastante intrépido para
conducir a los proletarios a la lucha por el Poder, lo
bastante experto para orientarse en las condiciones complejas
de la situación revolucionaria y lo bastante flexible
para eludir todos y cada uno de los escollos que se interponen
en el camino hacia sus fines.
Sin
un partido así no se puede ni pensar en el derrocamiento
del imperialismo, en la conquista de la dictadura del
proletariado.
Este
nuevo partido es el Partido del leninismo" (Stalin,
"Problemas del Leninismo", págs. 62-63, ed.
rusa).
2)
La historia del Partido nos enseña, asimismo, que el Partido
de la clase obrera no puede cumplir su misión de dirigente
de su clase, no puede cumplir su misión de organizador
y dirigente de la revolución proletaria, si no posee la
teoría de vanguardia del movimiento obrero, si no posee
la teoría marxista-leninista.
La
fuerza de la teoría marxista-leninista consiste en que
da al Partido la posibilidad de orientarse dentro de la
situación, de comprender el nexo interno que une los acontecimientos
que le rodean, de prever la marcha de los acontecimientos
y discernir, no sólo cómo y hacia dónde se desarrollan
los acontecimientos en el presente, sino también cómo
y hacia dónde habrán de desarrollarse en el porvenir.
Sólo
un partido que posee la teoría marxista-leninista puede
avanzar con paso firme y conducir hacia adelante a la
clase obrera.
Por
el contrario, un partido que no posee la teoría marxista-leninista,
vese obligado a vagar a tientas,
pierde la seguridad en sus actos y no es capaz de conducir
a la clase obrera hacia delante. Podría pensarse que el
poseer la teoría marxista-leninista significa aprender
concienzudamente las conclusiones y las tesis contenidas
en las obras de Marx, Engels
y Lenin, aprender a citarlas oportunamente y contentarse
con esto, creyendo que las conclusiones y las tesis aprendidas
se adaptan a cualquier situación, a todos los casos de
la realidad. Pero este modo de abordar la teoría marxista-leninista
es completamente falso. La teoría marxista-leninista no
puede considerarse como un conjunto de dogmas, como un
catecismo, como un símbolo de la fe; ni a los marxistas,
como eruditos pedantes y exegetas. La teoría marxista-leninista
es la ciencia del desarrollo de la sociedad, la ciencia
del movimiento obrero, la ciencia de la revolución proletaria,
la ciencia de la edificación de la sociedad comunista.
Y, como ciencia, no está ni puede estar estancada, sino
que se desarrolla y se perfecciona. Es evidente que, en
su desarrollo, no puede menos de enriquecerse con la nueva
experiencia, con los nuevos acontecimientos, y que algunas
de sus tesis y conclusiones no pueden menos de cambiar
a lo largo del tiempo, no pueden dejar de ser reemplazadas
por nuevas tesis y conclusiones, con arreglo a las nuevas
condiciones históricas.
Poseer
la teoría marxista-leninista no significa, ni mucho menos,
aprenderse todas sus fórmulas y conclusiones y aferrarse
a la letra de ellas. Para poseer la teoría marxista-leninista
hace falta, ante todo, aprender a distinguir entre su
letra y su esencia.
Poseer
la teoría marxista-leninista significa asimilar la esencia
de ella y aprender a aplicarla para resolver los problemas
prácticos del movimiento revolucionario en las diversas
condiciones de la lucha de clases del proletariado.
Poseer
la teoría marxista-leninista significa saber enriquecer
esta teoría con la nueva experiencia del movimiento revolucionario,
saber enriquecerla con nuevas tesis y conclusiones, saber
desarrollarla e impulsarla, sin retroceder ante
la necesidad de reemplazar, partiendo de la esencia de
la teoría, algunas de sus tesis y conclusiones, caducas
ya, por otras nuevas, con arreglo a la nueva situación
histórica.
La
teoría marxista-leninista no es un dogma, sino una guía
para la acción.
Hasta
la segunda revolución rusa (febrero), los marxistas de
todos los países partían del criterio de que la república
democrática parlamentaria era la forma de organización
política de la sociedad más conveniente para el periodo
de transición del capitalismo al socialismo. Es cierto
que Marx había señalado ya en la década del 70 del siglo
pasado que la forma más conveniente de la dictadura del
proletariado no era la república parlamentaria, sino una
organización política del tipo de la Comuna de París.
Pero, desgraciadamente, esta indicación de Marx no fue
desarrollada en sus obras y cayó en el olvido. Además,
la autorizada declaración hecha por Engels
en su crítica del proyecto de programa de Erfurt, en 1891,
de que "la república democrática... es... la forma
específica para la dictadura del proletariado", no
dejaba lugar a duda en el sentido de que los marxistas
seguían considerando la república democrática como la
forma política de la dictadura del proletariado. Esta
tesis de Engels sirvió más
tarde de orientación a todos los marxistas, incluyendo
a Lenin. Sin embargo, la revolución rusa de 1905 y, sobre
todo, la de febrero de 1917 destacaron una forma nueva
de organización política de la sociedad: los Soviets de
diputados obreros y campesinos. Basándose en el estudio
de la experiencia de las dos revoluciones rusas y partiendo
de la teoría del marxismo, Lenin llegó a la conclusión
de que la forma política mejor para la dictadura del proletariado
no es la República democrática parlamentaria, sino la
república de los Soviets. En abril de 1917, en el periodo
de transición de la revolución burguesa a la revolución
socialista, Lenin lanzó, basándose en esto, la consigna
de organizar la república de los Soviets, como la mejor
forma política de la dictadura del proletariado. Los oportunistas
de todos los países se aferraban a la república parlamentaria,
acusando a Lenin de volver la espalda al marxismo y hundir
la democracia. Pero era Lenin, naturalmente, y no los
oportunistas, quien representaba el auténtico marxismo
y dominaba la teoría marxista, ya que, mientras los oportunistas
tiraban de ella hacia atrás y convertían una de sus tesis
en un dogma, Lenin la impulsaba, enriqueciéndola con la
nueva experiencia.
¿Qué
habría sido del Partido, de la revolución proletaria,
del marxismo, si Lenin se hubiera plegado a la letra del
marxismo, en vez de decidirse a sustituir una de sus viejas
tesis, formulada por Engels,
por la nueva tesis de la república de los Soviets, que
era la que correspondía a la nueva situación histórica?
El Partido habría vagado en las tinieblas, los Soviets
habrían sido desorganizados, no tendríamos hoy un Poder
Soviético, y la teoría marxista habría sufrido un serio
descalabro. Con ello, habría salido perdiendo el proletariado
y habrían salido ganando sus enemigos.
El
oportunismo no consiste siempre en renegar abiertamente
de la teoría marxista o de alguna de sus y conclusiones.
A veces, el oportunismo se manifiesta en el intento de
aferrarse a determinadas tesis aisladas del marxismo,
que han comenzado ya a envejecer, y de convertirlas en
dogmas, para contener de este modo el desarrollo ulterior
del marxismo y con él, consiguientemente, el desarrollo
del movimiento revolucionario del proletariado.
Sin
exageración se puede afirmar que, después de la muerte
de Engels, los únicos marxistas
que impulsaron la teoría del marxismo y la enriquecieron
con la nueva experiencia, bajo las nuevas condiciones
de la lucha de clases del proletariado, fueron el formidable
Lenin y, después de él, Stalin y los demás discípulos
de Lenin.
Precisamente
por eso, porque Lenin y los leninistas impulsaron la teoría
marxista, el leninismo es el desarrollo ulterior del marxismo,
el marxismo que corresponde a las nuevas condiciones de
la lucha de clases del proletariado, el marxismo de la
época del imperialismo y de las revoluciones proletarias,
el marxismo de la época del triunfo del socialismo en
la sexta parte de Globo.
El
Partido bolshevique no habría podido triunfar en octubre de 1917,
si sus cuadros de vanguardia no hubiesen poseído la teoría
del marxismo, si no hubiesen sabido ver en esta teoría
una guía para la acción, si no hubiesen sabido impulsar
la teoría marxista, enriqueciéndola con la nueva experiencia
de la lucha de clases del proletariado.
Criticando
a los marxistas alemanes de Norteamérica que habían tomado
en sus manos la dirección del movimiento obrero norteamericano,
escribía Engels:
"Los
alemanes no han sabido hacer de su teoría la palanca que
pusiese en movimiento a las masas norteamericanas. En
su mayoría, ni ellos mismos comprenden esta teoría y se
comportan con ella de un modo doctrinario y dogmático,
creyendo que hace falta aprendérsela de memoria, y que
basta con esto para afrontar todas las situaciones de
la realidad. Para ellos, esta teoría es un dogma y no
una guía para la acción" (C. Marx y F. Engels,
t. XXVII, pág. 606).
Criticando
a Kamenev y a algunos viejos bolsheviques
que, en abril de 1917, se aferraban a la vieja fórmula
de la dictadura democrático-revolucionaria del proletariado
y de los campesinos, en un momento en que el movimiento
revolucionario había rebasado esta fórmula y exigía el
paso a la revolución socialista, Lenin escribía:
"Nuestra
doctrina no es un dogma, sino una guía para la acción,
han dicho siempre Marx y Engels,
burlándose con razón de los que aprenden de memoria y
repiten mecánicamente las "fórmulas", que, en
el mejor de los casos, sólo sirven para señalar las tareas
generales, que se modifican necesariamente con
la situación económica y política concreta de
cada fase especial del proceso histórico... Es
necesario asimilarse la verdad indiscutible de que el
marxista debe tomar en cuenta la vida real, los hechos
precisos de la realidad y no continuar aferrándose
a la teoría del día anterior..." (Lenin,
t. XX, págs. 100-101,
ed. rusa).
3)
La historia del Partido nos enseña, además, que el triunfo
de la revolución proletaria es imposible sin el aplastamiento
de los partidos pequeñoburgueses que actúan dentro de
las filas de la clase obrera y empujan a las capas rezagadas
de ésta en los brazos de la burguesía, quebrantando con
ello la unidad de la clase obrera.
La
historia del Partido es la historia de la lucha contra
los partidos pequeñoburgueses y de su aplastamiento: contra
los socialrevolucionarios,
mensheviques, anarquistas y nacionalistas. Sin vencer a
estos partidos y expulsarlos de las filas del proletariado,
no hubiera sido posible conseguir la unidad de la clase
obrera, y sin la unidad de la clase obrera, el triunfo
de la revolución proletaria habría sido irrealizable.
Sin
el aplastamiento de estos partidos, que al principio laboraban
por el mantenimiento del capitalismo y, más tarde, después
de la Revolución de Octubre, por su restauración, habría
sido imposible mantener la dictadura del proletariado,
derrotar a la intervención armada extranjera y edificar
el socialismo.
No
tiene nada de casual el hecho de que todos los partidos
pequeñoburgueses, que para engañar al pueblo se bautizaban
con el nombre de partidos "revolucionarios"
y "socialistas" -los socialrevolucionarios,
los mensheviques, los anarquistas,
los nacionalistas- pasasen a ser partidos contrarrevolucionarios
ya antes de la Revolución Socialista de Octubre, para
convertirse más tarde en agentes de los servicios de espionaje
extranjeros, en una banda de espías saboteadores, agentes
diversionistas, asesinos y traidores a la patria.
"En
la época de la revolución social -dice Lenin-, la unidad
del proletariado sólo puede realizarla el Partido revolucionario
extremo del marxismo, sólo puede realizarse por medio
de una lucha implacable contra todos los demás partidos"
(Lenin, t. XXVI, pág. 50, ed. rusa).
4)
La historia del Partido nos enseña, asimismo, que el Partido
de la clase obrera no puede mantener la unidad y la disciplina
dentro de sus filas, no puede cumplir con su misión de
organizador y dirigente de la revolución proletaria, no
puede cumplir su misión de constructor de la nueva sociedad
socialista, sin una lucha intransigente contra los oportunistas
dentro de sus propias filas, sin el aplastamiento de los
capituladores en su propio
seno.
La
historia del desarrollo de la vida interna del Partido
bolshevique es la historia
de la lucha contra los grupos oportunistas dentro del
Partido y de su aplastamiento: contra los "economistas",
mensheviques, trotskistas,
bujarinistas y portavoces
de las desviaciones nacionalistas.
La
historia del Partido bolshevique
nos enseña que todos estos grupos capituladores
eran, en el fondo, agentes del menshevismo dentro del Partido, sus satélites y continuadores.
Al igual que los mensheviques,
cumplían la misión de servir de vehículo a la influencia
burguesa dentro de la clase obrera y del Partido. Por
eso, la lucha por la liquidación de estos grupos dentro
del Partido era la continuación de la lucha por la liquidación
del menshevismo.
Sin
aplastar a los "economistas" y a los mensheviques,
jamás se habría logrado edificar el Partido y conducir
a la clase obrera a la revolución proletaria.
Sin
aplastar a los trotskistas y bujarinistas,
jamás se habría logrado preparar las condiciones necesarias
para al edificación del socialismo.
Sin
aplastar a los portavoces de las desviaciones nacionalistas
de todos los matices, jamás se habría logrado educar al
pueblo en el espíritu de internacionalismo, no se habría
logrado defender la bandera de la fraternal amistad entre
los pueblos de la U.R.S.S., no se habría logrado edificar
la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Podría
pensarse que los bolsheviques
han consagrado demasiado tiempo a luchar contra los elementos
oportunistas dentro del Partido, que han exagerado la
importancia de estos elementos. Pero esto es completamente
falso. No es posible tolerar en el seno del Partido el
oportunismo, como no es posible tolerar la existencia
de una úlcera en un organismo sano. El Partido es el destacamento
dirigente de la clase obrera, su fortaleza de avanzada,
su Estado Mayor de combate. No es posible permitir que
en el Estado Mayor dirigente de la clase obrera haya gentes
pusilánimes, oportunistas, capituladores
y traidores. Luchar a vida o muerte contra la burguesía,
teniendo dentro del propio Estado Mayor, dentro de la
propia fortaleza, a capituladores
y traidores, es caer en la situación de quien se ve tiroteado
desde el frente y desde la retaguardia. Fácil es comprender
que la lucha, en estas condiciones, sólo puede conducir
a una derrota. El modo más fácil de tomar una fortaleza
es atacarla desde dentro. Para conseguir el triunfo, lo
primero que hace falta es limpiar el Partido de la clase
obrera, su Estado Mayor dirigente, su fortaleza de avanzada,
de capituladores, desertores,
esquiroles y traidores.
No
tiene nada de casual el hecho de que los trotskistas,
los bujarinistas, los portavoces
de desviaciones nacionalistas, luchando contra Lenin y
contra el Partido, hayan acabado como acabaron los partidos
menshevique y socialrevolucionario:
convirtiéndose en agentes de los servicios de espionaje
fascistas, convirtiéndose es espías, en saboteadores,
en asesinos, en agentes diversionistas,
en traidores a la patria.
"No
es posible triunfar en la revolución proletaria,
no es posible defenderla, teniendo en las propias
filas a reformistas, a mensheviques.
Esto es evidente en el terreno de los principios. La experiencia
de Rusia y de Hungría lo confirma palpablemente... En
Rusia, hemos atravesado muchas veces por situaciones
difíciles en que el régimen soviético habría sido infaliblemente
derrotado, si hubiesen quedado mensheviques,
reformistas, demócratas pequeñoburgueses dentro de nuestro
Partido..." (Lenin, t. XXV, págs. 462-463,
ed. rusa).
"Si
nuestro Partido -dice el camarada Stalin- ha conseguido
forjar dentro de sus filas una unidad interior y una cohesión
nunca vista, se debe, ante todo, al hecho de que supo
limpiarse a tiempo de la escoria del oportunismo, arrojar
del Partido a los liquidadores y mensheviques.
Para desarrollar y consolidar los partidos proletarios,
hay que depurar sus filas de oportunistas y reformistas,
de socialimperialistas y socialchovinistas, de socialpatriotas
y socialpacifistas. El Partido
se fortalece depurándose de los elementos oportunistas"
(Stalin, "Problemas del Leninismo",
pág. 72, ed. rusa).
5)
La historia del Partido nos enseña, además, que el Partido
no puede cumplir su misión de dirigente de la clase obrera,
si, perdiendo la cabeza con los éxitos, comienza a vanaglorariarse,
si deja de advertir las deficiencias de su labor, si teme
reconocer sus errores, si teme corregirlos a su debido
tiempo abierta y honradamente.
El
Partido es invencible, si no teme la crítica ni la autocrítica,
si no disimula los errores y deficiencias de su labor,
si enseña y educa los cuadros con el ejemplo de los errores
del trabajo del Partido y sabe corregir estos errores
a tiempo.
El
Partido se hunde, si oculta sus errores, si disimula sus
lados flacos, si encubre sus defectos con una falsa exhibición
de prosperidad, si no tolera la crítica y la autocrítica,
si se deja penetrar del sentimiento de la fatuidad, si
se deja llevar por el narcisismo y comienza a dormirse
sobre los laureles.
"La
actitud de un partido político ante sus errores es -dice
Lenin- uno de los criterios más importantes y más fieles
de la seriedad de ese partido y del cumplimiento efectivo
de sus deberes hacia su clase y hacia las masas
trabajadoras. Reconocer abiertamente los errores, poner
al descubierto sus causas, analizar minuciosamente la
situación que los ha engendrado y examinar atentamente
los medios de corregirlos: esto es lo que caracteriza
a un partido serio, en esto es en lo que consiste el cumplimiento
de sus deberes, esto es educar e instruir a la clase
primero, y después a las masas" (Lenin,
t. XXV, pág. 200, ed. rusa).
Y
más adelante:
"Todos
los partidos revolucionarios que se han hundido hasta
ahora, se han hundido por dejarse llevar del engreimiento
y no saber ver en que consistía su fuerza y por temor
a hablar de sus debilidades. Pero nosotros no nos
hundiremos, porque no tenemos miedo a hablar de nuestras
debilidades y aprenderemos a superarlas" (Lenin,
t. XXVII, págs. 260-261, ed. rusa).
6)
Finalmente, la historia del Partido, nos enseña que, sin
mantener amplios vínculos con las masas, sin fortalecer
constantemente estos vínculos, sin saber escuchar atentamente
la voz de las masas y comprender sus necesidades más torturantes,
sin ser capaz, no sólo de enseñar a las masas, sino también
de aprender de ellas, el Partido de la clase obrera no
puede ser un verdadero partido de masas, capaz de arrastrar
consigo a las masas de millones de la clase obrera y de
todos los trabajadores.
El
Partido es invencible, si -como dice Lenin- sabe "ligarse,
aproximarse, por decirlo así, fundirse, en cierto grado,
con las más grandes masas trabajadoras, en primer término,
proletarias, pero también con la masa trabajadora no-proletaria"
(Lenin, t. XXV, pág. 174, ed. rusa).
El
Partido se hunde, si se encierra en su estrecha concha
de partido, si se desliga de las masas, si se cubre de
moho burocrático.
"Se
puede reconocer como norma -dice el camarada Stalin- que,
mientras conserven el contacto con las grandes masas del
pueblo, los bolsheviques serán
invencibles. Y, al contrario, en cuanto se desliguen de
las masas y pierdan el contacto con ellas, en cuanto se
dejen cubrir por la herrumbre burocrática, perderán toda
su fuerza y quedarán anulados.
Los
griegos de la antigüedad tenían en su mitología un héroe
famoso, Anteo, que era, según
la leyenda, hijo de Poseidón, dios de los mares y de Gea,
diosa de la tierra. Anteo
quería mucho a su madre, que lo había dado a luz y lo
había criado y educado. No existía héroe al cual no hubiera
vencido dicho Anteo. Se consideraba
como un héroe invencible. ¿En qué consistía su fuerza?
Consistía en que, siempre que se sentía a punto de verse
vencido en la lucha contra un enemigo, tocaba la tierra,
su madre, que lo había dado a luz y criado, y ésta le
infundía nuevo vigor. Pero Anteo
tenía su punto débil: era el peligro de verse separado
de la tierra. Sus enemigos conocían esta debilidad suya
y lo acechaban. Y he aquí que un día, un enemigo se aprovechó
de esta debilidad, venciéndole. Este enemigo era Hércules.
¿Cómo lo venció? Lo separó de la tierra y lo levantó en
vilo, quitándole la posibilidad de tocar la tierra y ahogándole
así en el aire.
A
mí me parece que los bolsheviques
recuerdan a Anteo, el héroe
de la mitología griega. Los mismo que Anteo,
son fuertes, porque mantienen contacto con su madre, las
masas, las que los dieron a luz, los criaron y educaron.
Y mientras mantengan el contacto con su madre, el pueblo,
cuentan con todas las posibilidades de ser invencibles.
En
esto está la clave de por qué la dirección bolshevique
es invencible" (Stalin, "Sobre las
deficiencias del trabajo del Partido").
Tales
son las enseñanzas fundamentales del camino histórico
recorrido por el Partido bolshevique.
Tomado
de Historia
del Partido Bolchevique de la URSS