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El mudéjar es un fenómeno artístico exclusivo del arte hispánico, dentro de la cultura europea occidental, y, como expresara felizmente Menéndez Pelayo , «el único tipo de construcción peculiarmente español de que podemos envanecernos». Es la consecuencia lógica de la presencia del Islam (711-1492) en la historia española, perviviendo su influencia en la España cristiana, tanto en la época medieval como en la moderna.
El término «mudéjar», referido a las manifestaciones artísticas, se utiliza desde el siglo XIX (así Manuel de Assas en 1857, y con carácter definitivo José Amador de los Ríos en 1859, con su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando sobre El estilo mudéjar en arquitectura). Ahora bien, la definición de esta manifestación artística tan peculiar ha sido un logro de la historiografía a lo largo de los últimos cien años. Gracias a estos estudios hoy día ya no se puede definir al mudéjar como el arte hecho por los mudéjares , ya que no sólo fueron éstos sino también los cristianos, e incluso los judíos , quienes lo realizaron o lo aceptaron para sus edificios religiosos, de manera que es una manifestación unánime de la compleja sociedad hispánica medieval. Hay que definir el arte mudéjar no por la condición social de quienes lo realizaron, sino por sus características artísticas.
Y en este último sentido el mudéjar es la pervivencia del arte musulmán en la península hispánica bajo dominio cristiano, tomándose generalmente como punto de partida histórico la fecha de la reconquista de Toledo en el año 1085. Pero la paulatina reconquista de la península, de norte a sur, durante la época medieval, por un lado; los diferentes precedentes musulmanes de cada región reconquistada, por otro; los aportes del arte cristiano europeo occidental, que entran en contacto con la pervivencia musulmana, y, por último, los continuos trasvases formales de los distintos focos mudéjares entre sí y con el arte musulmán de las zonas no reconquistadas, hacen del mudéjar hispánico un fenómeno artístico rico, complejo y variado, no sólo en su evolución cronológica, sino en sus diferencias regionales.
Pero no es tan variada esta manifestación que no puedan encontrarse unos factores de unidad en el arte mudéjar, entre los que pueden destacarse los materiales preferentemente utilizados, como son el ladrillo, el yeso, la cerámica y la madera, además de los elementos estructurales y decorativos de raíz musulmana, especialmente la decoración vegetal de ataurique y la decoración geométrica de lazo. A todo ello se van integrando otros elementos de raíz cristiana, constituyendo con todos estos elementos «un concepto estético nuevo», como dijera Guillermo Guastavino, es decir, una nueva manifestación artística.
En el conjunto del mudéjar hispánico, el foco regional aragonés adquiere una poderosa personalidad y un vigor excepcional, que le convierte en una de las regiones mudéjares de mayor interés y con mayor densidad de monumentos. Esta personalidad del mudéjar aragonés se explica, en parte, por el proceso histórico, por los condicionamientos geográficos y por los propios precedentes islámicos de Aragón.
Desde el año 1096 —en que se reconquista Huesca — pasando por 1118 —toma de Zaragoza — y 1120 —Calatayud y Daroca —, hasta 1171, culminación del avance cristiano en las tierras altas del sur turolense, la reconquista aragonesa se completa a lo largo del siglo XII, quedando pronto Aragón cerrado y aislado, fuera del proceso reconquistador peninsular y de los contactos con el sur islamizado. Este aislamiento aragonés —relativo, claro está— confiere al desarrollo de su arte mudéjar una fuerte personalidad que se alimenta fundamentalmente de sus propias fuentes y precedentes musulmanes. Como precedente musulmán juega un papel primordial el palacio de la Aljafería de Zaragoza, que se convertirá en palacio de los reyes cristianos de Aragón, y foco de creación y difusión del arte mudéjar. Por otro lado, la permanencia de la población mudéjar en las tierras llanas de los valles, tanto del valle del Ebro como de sus afluentes meridionales, entre los que destaca poderosamente el del Jalón-Jiloca con sus valles transversales, así como los condicionamientos geográficos, explican que el arte mudéjar aragonés se acumule con una densidad excepcional en las zonas mencionadas, siendo poco frecuente al norte del Ebro, zona esta última que había sido el territorio por excelencia del arte románico.
En Aragón el mudéjar pervivirá, incluso después de la expulsión de los moriscos en el año 1610, en el arte barroco . Esto se debe al profundo enraizamiento del arte mudéjar en la sociedad aragonesa, hasta el punto de que puede considerarse como la manifestación artística más genuina de Aragón. (Arquitectura ).
Una cultura y un arte, producto de la tolerancia entre musulmanes y cristianos.
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