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Ciudad de Maldonado
Maldonado
Fundación de Maldonado
Torre del Vigia
Foto: Torre del Vigia

Fundación de Maldonado
Fundación de Maldonado
Años 1755 -1757


El 22 de noviembre de 1749, el rey de España nombra primer Gobernador de Montevideo a José Joaquín de Viana, quien recién se hará cargo de sus funciones en 1751.

Efectivamente, José Joaquín de Viana llega al Río de la Plata en el navío Nuestra Señora de la Concepción el 3 de febrero de 1751, desembarcando en Buenos Aires, donde jura el cargo de primer Gobernador de Montevideo ante el Capitán General Andonaegui y toma posesión del mismo en sesión solemne que el Cabildo montevideano celebrara el 14 de marzo.

José Joaquín de Viana concibió un plan para provocar la expansión tierra adentro, desde Montevideo, que hasta entonces, había estado limitada al contorno muy corto, formado por las chacras y las estancias más próximas. Fue así como otorgó mercedes de estancias en parajes cada vez más apartados de Montevideo.

En octubre de 1752, cuando comenzaba la colocación de los Marcos que jalonaban la línea divisoria de acuerdo al Tratado de Madrid, tiene lugar un acontecimiento de interés para lo que está dentro de la historia de Maldonado; se trata de la orden de Viana de enviar preso a Maldonado al Capitán Francisco Gorriti.

Este importante hecho, está vinculado a nuestra historia ya que se considera que, a partir de ese momento, o de la permanencia de Gorriti en la Isla en carácter de confinado, es que va a cambiar la toponimia, pasándose a llamar la que hasta entonces se conociera por Isla de Maldonado, como Isla de Gorriti.

Francisco Gorriti era un militar distinguido que integraba las fuerzas destacadas en Montevideo, como Capitán del Regimiento de Cantabria y había sido el último Comandante Militar de Montevideo antes de la llegada de Viana.

El conflicto con Gorriti surgió porque en esa época, los vecinos de Montevideo debían colaborar en los gastos que demandaran las expediciones que se hicieran en carácter defensivo y que, atenían a todos, como por ejemplo las que se organizaban contra los indios minuanes, en las que, el Cabildo incluyó también a los militares. De modo que, además de los vecinos, se ordenaba a los militares -con casas u otros bienes- que contribuyeran proporcionalmente a sus posibilidades.

El Capitán Francisco Gorriti fue uno de los que entendió que los militares no estaban obligados a contribuir, sus razones eran muy atendibles y apeló. Viana replicó que debía pagar primero y después reclamar, a lo que Gorriti insistió en su derecho a ser oído antes, por lo que fue enviado preso a la Guardia de Maldonado y se le remitió a la Isla.

Esto ocurría al mismo tiempo que se efectuaba la colocación de los Marcos, por lo que, como ya hemos dicho, penetraba en la Banda Oriental la línea divisoria justificándose la ocupación del territorio con la firma del Tratado. Montevideo quedaba con el enemigo a sus puertas y Maldonado estaba al alcance de la mano de los portugueses.

Para Viana, que ya se había preocupado con anterioridad de pedir la fundación de pueblos para evitar la penetración lusitana en estas tierras, la situación se vuelve cada vez más preocupante.

En un Oficio que envía al rey el 16 de julio de 1754, le informa que los portugueses tienen una Guardia en el Chuy y presume que – una vez concluido el Tratado- colocarán otra Guardia en Castillos, o sea que estarían prontos a posesionarse del puerto de Maldonado.

Desglosaremos seguidamente el contenido total de dicho Oficio del 16 de julio de 1754 porque es de gran importancia. En él dice que Viana que, después que se hizo cargo del gobierno de la ciudad de Montevideo pasó personalmente a reconocer los territorios de su jurisdicción para poder, con más conocimiento, extender su población y cultivo, reparando al mismo tiempo las extracciones de mulas, caballos y burros que se hacían para Río Grande, y contener las invasiones de los indios, sobre lo que expone serían muy convenientes dos poblaciones: una en Maldonado y la otra en Minas, las que, con facilidad y poco desembolso de la Real Hacienda se podían establecer.

Continúa diciendo Viana que los fines que tendrían esas poblaciones serían: Maldonado, servirá para abastecer los navíos que toquen en aquel puerto, así los que navegan por el Río de la Plata como los que pasen al Sur y agrega que, si se hace alguna fortificación, impedirán que los enemigos tengan el refugio del puerto, aguadas y leña y que los extranjeros establezcan alguna colonia para el contrabando.

Las previsiones y puntualizaciones de Viana llegan más lejos aún, por lo que agrega que, en caso de guerra con la caución portuguesa, se puede impedir que se internen desde la Guardia que tenían en el Chuy y la que pondrán en Castillos.

También plantea la formación de una nueva población, siendo ésta interior, pero también limítrofe con los dominios de Portugal, la población de Minas, en las proximidades del paraje en que descubrió las minas de oro -en 1748- el maestre de campo, Manuel Domínguez.

Las dos poblaciones propuestas por Viana en este oficio de julio de 1754, separadas por 12 leguas, se auxiliarían mutuamente y las dos cubrirían todas las entradas posibles desde el Río Grande.

Ante el silencio del Rey y después de pasado un año, Viana toma una resolución: con 13 vecinos, algunos casados y con hijos, marcha, en agosto de 1755 hacia el paraje de Maldonado y con el puerto a la vista, en el lugar que, años más tarde, se conocerá por el de "La Caballada del Diario" da principio a la población de Maldonado.

Con fecha 26 de agosto de 1757 Viana escribe un oficio al rey Carlos III dándole cuenta de las providencias tomadas para incorporar a los trece pobladores que tenía establecidos en Maldonado, las siete familias procedentes de las Misiones, de los pueblos de San Lorenzo y de San Miguel que trajo consigo y estaba manteniendo en la ciudad residencia de su gobernación. Cuando Viana incorpora a las siete familias de indios a los primeros pobladores, ordena trasladarlos de lugar, o lo que sería el emplazamiento definitivo, o sea el actual.

Estos dos hechos fundacionales, el del 55 y el 57, fueron cumplidos por Viana sin el apoyo de nadie y sin que nada contribuyese a desalentarlo. No se conoce pronunciamiento del rey , ni aliento del virrey o de los capitanes generales. Se trata entonces de una población de hecho, sin fundación jurídica, ya que el rey, no le otorgó, pese a sus reiterardos pedidos, el reconocimiento imprescindible para lo ya hecho y la autorización para lo futuro programado.

Sin embargo Viana, al comunicar su obra, sabía que había fundado una ciudad; pedía privilegios para los vecinos, los mismos que había tenido Montevideo en su fundación, y el nombre que debía tener el pueblo.

El primer emplazamiento, el de 1755, se hizo en un paraje inmediato a la Laguna del Diario, al Portezuelo y a la Ballena. Debe haber sido importante para elegir este lugar, la fertilidad de los valles de la comarca y la proximidad del Puerto Chico o Portezuelo bien resguardado de los vientos del Norte y del Este.

El segundo y definitivo emplazamiento, a una legua escasa del primero, dentro de la Bahía, ha debido estar determinado por el asesoramiento técnico del ingeniero Cardozo, que acompañaba a Viana. En el traslado del pueblo predominaron razones militares como es la toma efectiva de la Bahía, ya que de otra manera no podría explicarse que el pueblo se sacara de las fértiles y resguardadas tierras en que estaba colocado desde el 55 para llevarlo a un paraje estéril, totalmente cubierto de dunas y en donde hasta la colocación de una trinchera se hacía poco menos que imposible.

Elegido pues el terreno, junto a un manantial de abundantes aguas, con breves montecitos de arboleda indígena en sus inmediaciones, procedió Viana a ubicar el centro de la población con el trazado de la plaza. Se trazaron luego las calles que la forman, siguiendo rumbos rectos; las otras que corren paralelas a éstas y se destina desde el primer momento el solar donde habrá de erigirse la iglesia y el inmediato para campo-santo, así como los solares destinados a albergar las autoridades que iba a tener la población.

Viana, al comunicar la fundación a la Corte de España, pidió nombre para la nueva población. Se la bautizó con el nombre de Maldonado, que, desde mucho tiempo atrás, designaba a la Isla y a la Bahía. Algunos años más tarde y en honor del Rey Fernando VI se puso a la población bajo la advocación de San Fernando, llamándosele desde aquella época pueblo de San Fernando de Maldonado.

A fines de setiembre de 1757 se realizaron los repartos de terrenos a los pobladores. Estos eran: 37 hombres, 19 mujeres, 26 muchachos y 22 muchachas, las que tenían, a la fecha, 1616 cabezas de ganado vacuno 104 caballos, 394 yeguas, 650 ovejas y 14 carros.

Viana había pedido también el envío de un Franciscano al Padre presidente del Hospicio de San Francisco, en Montevideo.

La población fue delineada por el ingeniero Francisco Rodríguez Cardozo, quien, como ya se dijo, tuvo una intervención importante en la elección del lugar adonde fue trasladada la población del sitio primitivo.

Resumiendo:

La población de Maldonado se inició en 1755 y se continuó en 1757. Estos dos actos pobladores fueron efectuados por el Gobernador de Montevideo José Joaquín de Viana sin contar con facultades especiales para hacerlo, es decir, sin orden expresa del Rey.

No existió un "Acta de fundación". Conviene hablar entonces, de un "proceso formativo" o de un "proceso de fundación" compuesto de dos momentos esenciales: el primero de ellos, es el de 1755, cuando Viana, antes de partir para las Misiones, establece, en la zona de la Laguna del Diario, a 13 pobladores (que en realidad son más, ya que aquí, las mujeres y los niños no están contados), entregándoles, utensilios de labranza y animales: el segundo momento, es, al regreso de la campaña de las Misiones, cuando Viana trae 7 familias de indios y las incorpora al grupo inicial, trasladándolos a todos, al nuevo y definitivo emplazamiento.

Está bien claro que el grupo de las 7 familias indígenas, es "agregado" al otro, y que es el primer grupo el que tiene primacía en orden cronológico.



 Historia de Maldonado. Tomo I
 María A. Díaz de Guerra.
 Edición: Intendencia Municipal de Maldonado
 AÑO: 1988


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