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Hablemos de sexo: El síndrome Casillas

Por Tato Tagliani / La Nación Domingo

Viendo el lado calculador del asunto, el transformarse en Iker Casillas le traerá muchos más beneficios. Aquella inversión en romanticismo y cariño serán insondables para su bienestar masculino y hasta se podría traducir en que su mujer estará feliz y usted tendrá más espacio personal para el troglodismo.

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Domingo 18 de julio de 2010 | | LND Magazine

Dos mujeres, Lora y Tere, divorciadas, adictas al tejido y al karaoke, según previa confesión, llegaron decididas a mi despacho exigiéndome respuestas. Sus rostros con incipientes patitas de gallo denotaba frustración. Amargura y espanto. Y una rabia almacenada por la ausencia, durante tres meses, de cualquier tipo de actividad sexual.

Independiente de aquel cuadro, hubo una acción universal que las estremeció y las sacó de su estado de apatía. Y las hizo replantearse sobre la existencia del amor “perfecto”, del amor de las películas. La culpa la tuvo un arquero que, gobernado por la emoción, le enchufó un ósculo a su guapa polola periodista y generó en las amantes de ese romanticismo una reacción visceral a nivel mundial. Ahora todas querían ser Sara Carbonero, y le exigían a la contraparte masculina que, de vez en cuando, se transformaran en su Iker Casillas. “¿Dónde podemos conseguir un Iker?”, decían, necesitadas con urgencia de cariño, lanzando un predecible suspiro.

Aunque la comparación era un pelín sosa, escondía una demanda de amplia convocatoria: el género femenino requiere mayor atención. Y esa atención, necesariamente, se tiene que graficar en la cama. De una forma apasionada, entregada, sin impotencias y nada de eyaculaciones aceleradas. Y en los aniversarios, y en la salida mensual y en el cariñito mientras duerme. Ojo, si se siente un cariñito, no cuesta nada de nada. Las muchachas disfrutan con aquello.

Por eso, Lora y Tere entendían que la exteriorización del portero español era extraña verla en un hombre. Sus miradas tan crítica se justificaba en lamentables experiencias personales, que les sirvieron a ambas para unirse y adoptar cierta posición cercana a la cursilería. Aunque ellas eran sólo un par del montón de muchachas post 30, independientes, que esperaban leyendo Cosmopolitan la llegada de su galán arriba de un caballo, para luego irse al castillo y hacer el amor durante toda la noche.

Probablemente, el primer paso para responder con aplomo al eterno requerimiento del “ser romántico” y considerar esos detalles que a ciertas mujeres tanto las conmueven, sea enfocarse en la parte del beso y las caricias. Ese apartado, por sí solo, es un universo. Así que jamás, en una etapa previa, los roces deben ser acelerados y siempre-siempre deben ir acompañados de una mirada penetrante. Y lo más importante: ser siempre suaves. El cariñoseo, como diría Solabarrieta, no es una acción de velocidad, son estímulos táctiles que dependen de ve-lo-ci-da-des.

Lora y Tere me miraban con cara de ansiedad. Abrí mi corazón y les conté que con mis antiguas parejas era bien poco cariñoso después que cumplía los cinco años, pero algo tenía claro: el intentar evocar la etapa donde el amor florece, por mucho que la química no fluyese como antes, es más una cuestión de actitud.

Entonces, un consejo para los galanes: en la relación sexual, háblele a la mujer y dígale cosas bonitas, no se olvide nunca de los pechos y si llega al orgasmo antes que ella, haga todo lo posible, entregue todo lo que tiene, y bésela y acaríciela lo más que pueda para que también llegue a la meta. Y lo otro es informarse sobre la forma propicia para expresar los sentimientos y comunicarse con ella para entender cómo le gusta que le toquen su cuerpo. Cuando no hay palabras, las caricias podrían reemplazarlas. Y por favor, no se levante de la cama apenas haya terminado el coito. Además de acariciar el pezón de su compañera, háblele, hágale cariño en el cuello y ponga su cabeza en el pecho.

Viendo el lado calculador del asunto, el transformarse en Iker Casillas le traerá muchos más beneficios. Aquella inversión en romanticismo y cariño, serán insondables para su bienestar masculino y hasta se podría traducir en que su mujer estará feliz y usted tendrá más espacio personal para el troglodismo para contemplar partidos, tomar cerveza y salir con los amigos. ¿Y Lore y Tere? Felices, abandonaron la consulta creyéndose Sara Carbonero y acechando con el doble de entusiasmo desde ese mismo día a cualquier ejemplar masculino.

 
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