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La ardiente historia de Davecat y su mujer de silicona

Por Felipe Castro / La Nación Domingo

La obsesión por la amante perfecta lleva a algunos a optar por muñecas de plástico y silicona en tamaño natural, diseñadas a gusto del cliente.

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Domingo 18 de julio de 2010 | | LND Magazine

Sidore Brigitte Kuroneko, o Shi-chan para sus amigos, mide 1,55 metro, pesa 35 kilos y sus medidas son 86-58-81. Tiene piel suave y blanca como la leche, ojos café profundos, labios color carmesí y su cabello es a veces negro y otras veces de varias tonalidades de púrpura, su color favorito. Nacida en julio bajo el signo Cáncer, disfruta la lectura, las películas de Stanley Kubrick, la fotografía y música calificada como “inusual”. Puede o no sufrir de narcolepsia y aspira a tocar el bajo como Peter Hook, de New Order. Es una chica del tipo “Face 4 body 2” y fue fabricada en resistente silicona por la compañía Real Doll.

Así es como describe Davecat a quien llama su esposa. Él se define como activista sintético y su bandera de lucha es el amor entre humanos y muñecas (o máquinas, o robots), la que defiende a través de sus blogs, Twitter y cada plataforma que ofrece internet. Sentado frente al computador en su departamento de Detroit, Michigan, Estados Unidos, mira a su querida Sidore-chan, como buscando en sus ojos de plástico la aprobación a las respuestas que envía en entrevista a LND.

Sus apariciones en National Geographic, HBO y un sinnúmero de periódicos del hemisferio norte lo han transformado en el vocero oficial de los que optaron por una amante duradera, complaciente, silenciosa e hipoalergénica. La evolución en plástico y silicona de un episodio que comenzó con las grotescas muñecas inflables.

“Hay dos historias que explican el origen de Sidore. Una es cuando se da cuenta de que es una muñeca y reconoce a su padre biológico como Matt McMullen. La otra dice que nació de padre japonés y madre británica, fue criada en Inglaterra y estudió en la universidad. Después se mudó a Estados Unidos, donde me conoció en un club gótico en el área metropolitana de Detroit”, relata Davecat, quien valora la importancia de conocer el propio origen sintético, pero se queda con los glamorosos y coloridos detalles de la segunda historia.

Matt McMullen (padre biológico de Sidore) era un hábil trabajador de una empresa de máscaras de Halloween que pasaba sus ratos libres haciendo muñecas de silicona en miniatura, que de a poco fue agrandando en tamaño. Un día notó que le quedaban bonitas, eran fotogénicas y las subió a internet. Algunos tipos le empezaron a hacer preguntas raras y el decía que no, que no se le pasaba por la cabeza que fueran juguetes sexuales. Hasta que las ofertas se fueron acumulando y 10 hombres ofrecieron, cada uno por separado, pagarle tres mil dólares por una muñeca hecha a la medida. Poco le costó darse cuenta que 30 mil dólares era más de lo que hacía en un año en la fábrica de máscaras de terror y empezó el fructífero negocio.

Empresas como Real Dolls y sus competidoras venden básicamente lo mismo: amantes a los gustos y medidas del cliente. El modelo estándar cuesta 5.990 dólares (cerca de 3,2 millones de pesos) y los caprichos del consumidor se pueden satisfacer llenando una planilla que permite seleccionar aspectos básicos como el sexo (puede ser macho, hembra e incluso tener un poco de los dos) e ir agregando detalles que van desde el tipo de cuerpo, pelo, vello púbico, cabezas intercambiables, pelucas, perfumes y un largo etc., que incluye innovaciones motorizadas, expansibles, succionadoras, lavables e hipoalergénicas que permiten al usuario disfrutar del sexo plástico con el mayor realismo posible.

Esas mismas maniobras realizó Davecat para obtener a su preciada mujer sintética, que allá por 1999 le costó 4.999 dólares. Se demoró un año y medio en juntarlos, pero en sus palabras sólo se puede ver la alegría de un marido satisfecho. Sobre todo cuando llega a casa del trabajo y al grito de ¡tadaima!, que en japonés significa “¡llegué!”, recibe en su mente un cariñoso “¡okaeri!” (bienvenido), de los labios de su devota esposa.

Durante la niñez, algunos varones le sacan las cabezas a las barbies de su hermana. Otros juegan al supermercado o a la comidita con ellas y otros tantos buscan y buscan un objeto inalcanzable debajo de los vestidos de la rubia muñeca. Quizás entre estos últimos personajes se genera el caldo de cultivo para una subcultura que intercambia bizarrísima información en internet a través de foros. En ellos se preguntan y responden temas como dónde conseguir la mejor lencería, cuál es el maquillaje más apropiado para usar sobre la silicona y si es mejor el talco o la crema para mantener la suavidad de la plástica concubina.

Mi muñeca me habló

A la hora de la compra, así como algunos buscan a la mujer imaginaria en las muñecas y “customizan” sus solicitudes de rebuscadas maneras, otros se dejan llevar por su inspiradora colección de DVD pornos y solicitan, con un recargo adicional, a las estrellas hot que el fabricante tenga disponible. Y ojo, que según figura en el sitio web de Lovable Dolls, estas réplicas cuentan con tres entradas (a buen entendedor pocas palabras) y son escaneadas para mantener cada detalle del cuerpo de las actrices. Es más, las muñecas no salen de la fábrica sin el sello de aprobación de las pornstars.

Pero no todo es libido, cuenta Davecat. “Cuando Sidore entró en mi vida todo se trataba de sexo, todos los días y a cada rato. Pero como pasa en cualquier otra relación, no todo comienza y termina con el sexo. Las muñecas, por su naturaleza realista, son mucho más que compañeras sexuales. Muchas veces se manifiesta, como me contaba otro amante de las muñecas, una suerte de síndrome del oso de peluche adulto, ya que las muñecas son una presencia acogedora y no amenazante. Puede hacer una casa menos vacía y está siempre ahí con una oreja dispuesta a escucharte si lo necesitas”.

Pero más allá de lo obvio, el marido de Sidore ejemplifica su activismo y defiende su sintético romance dando una cruda mirada a las relaciones humanas: “Las relaciones orgánicas pueden ser genuinas o se puede tratar de dos personas que se usan sin que exista ninguna conexión. Encuentras a alguien, lo conoces y cada uno comienza una relación que vive en la propia imaginación, en la cual el otro es objeto de afectos e ilusiones. Eso es casi lo mismo que un compañero artificial. Pero entre humanos, basta que te relajes y te muestres como realmente eres para que el otro apriete el botón eject. Con un compañero sintético no necesitas buscar aprobación, cosa que yo creo que pasa más seguido de lo que la gente quiere admitir”.

HIPÉRBOLE Y MASTURBACIÓN

Una forma de hacerse una idea del fenómeno de las muñecas en su rango más obsesivo es acercarse al videoclub más cercano y preguntar por la película “Tamaño natural” (1973), del director español Luis García Berlanga, que trata de un honorable dentista que recibe desde el lejano Japón una muñeca muy similar -aunque con los límites tecnológicos de comienzos de los años 70- a las descritas en este artículo.

Cargada de un humor negro que lo hace a uno pensar “cómo me puedo estar riendo de esto”, la película es una muestra de todos los usos que se le pueden dar a una de estas muñequitas, así como de las creativas y rebuscadas formas de fetichismo que pueden producirse alrededor de ellas.

“Con estas muñecas hablamos de una nueva forma de fetichismo, por lo tanto, no se puede hablar de un juguete sexual”, aclara el doctor Alex Oksenberg, siquiatra de la Asociación Psicoanalítica Chilena. “Vale decir, el erotismo es un juego de a dos por definición, de allí a que se denomine juego erótico a todo preámbulo del encuentro sexual. En consecuencia, la creación humana de juguetes para este juego es deseable y previa a la existencia de tiendas tipo sex shop”, explica el especialista.

Según Oksenberg, es poco probable que una de estas muñecas pueda sumarse a lo que se conoce como “menaje a trois”, lo que mantiene su uso como un elemento fetiche, vale decir, que existe en lugar de. “En ese sentido reemplaza el juego erótico por una maniobra de autoerotismo, que termina derivando en la hipérbole de la masturbación”.

El doctor cree que no es un asunto lo suficientemente estudiado como para andar sacando conclusiones sobre si jugar con estas muñecas es una práctica saludable, pero podría ser “preocupante si se conjuga con otros fenómenos posmodernos de deshumanización de los vínculos y su reemplazo por artefactos como minicomputadores, teléfonos de alta tecnología ,etc”.

 

OJO CON LA ADORABLE ROBOTINA

En algunos lugares del mundo alejados de esta larga y angosta faja, existe gente que de verdad desarrolla tecnologías. Entre ellos los japoneses son los que más sorprenden, sobre todo por lo freak de sus creaciones robóticas, que incluyen adorables perros mascotas, robots que suben escaleras y también androides femeninos conocidos como “ginoides o fembots”.

Davecat cree fervientemente que en las próximas dos o tres décadas, el número de humanos artificiales se volverá más relevante en la sociedad. “De seguro en un comienzo serán bastante caros, pero con el paso del tiempo dejarán de ser una tendencia que viva en el underground para, más adelante, masificarse cuando la gente se dé cuenta de los beneficios de un compañero sintético”.

“La historia ha probado una y otra vez que la masa es tercamente opositora al progreso social y tecnológico, por lo que sabemos que la aceptación no llegará de la noche a la mañana, pero es simplemente una cuestión de tiempo para que las cosas sucedan. Y una de las razones por las cuales Sidore y yo hacemos tantas apariciones mediáticas es para intentar acostumbrar a la sociedad al concepto de parejas orgánico-sintéticas”.

 

ImagenVENTA EN CHILE

En Santiago se pueden encontrar muñecas inflables con todo el estilo Old School.

Orgasmik Chile ofrece cuatro modelitos que van desde la económica Hannah Harper, a $26.990, hasta las DLL Dolls, que alcanzan lo $39.990. Se pueden adquirir en el local 45 de calle Conferencia 166, Estación Central o en el sitio web www.orgasmikchile.cl, con despacho a todo el país.

Más sofisticada es la propuesta de Sex Shop Santiago, que ofrece a la adorable Jazzy a $98.000. Sólo se puede solicitar por internet en el sitio www.sexshopsantiago.com.

 

 

Comentarios

27/07/2010 - 12:09:54
jajaja....pobre tipo sin vida...
No hay como las mujeres de carne y hueso!!

Rodrigo
20/07/2010 - 16:58:04
Casanova de Fellini......... ahi aparece Rosalva!

fran
19/07/2010 - 14:11:03
Hace poco vi la película "Lars and the real girl", que explora el lado más sensible de este tema. Habla de las carencias afectivas que se observan en esta sociedad de consumo. Invita a reflexionar sobre lo que es el amor y las relaciones sociales. Los seres humanos cada vez más nos encerramos en nosotros mismos y le tememos al otro. Que lata.

Carlos
Antofagasta
19/07/2010 - 13:31:12
¿y no hay Hombres inflables? ¡¡¡quiero uno!!!! y BIEN DOTADO

PABLO SIMONETTI
Zapallar
18/07/2010 - 19:25:21
jajajjaja me acuerdo de Kymberlin una inflable de USA que la llevamos a un carrete y termino desinflada, vestida con halajas y un marino con cara de espanto. En weiarrr

Pablo
Reñaca
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