El santón Bielsa
Se nos enseña desde niños a celebrar las derrotas como triunfos. Siento que es mejor serlo que fingirlo.
Todo Shile reza para que San Bielsa siga en este país. Quiero recordar: Marcelo dijo que era un gran especialista en fracasos… Yo creo sus dichos, pienso que es un hombre sincero. Recuerdo que en el Mundial 2002 la cosa para los argentinos a cargo de Bielsa guateó feo y hubo que poner fecha a sus pasajes de regreso en la primera vuelta. Querían colgar al Marcelo del obelisco.
Después el hombre aterrizó por Shile y Mr. Mayne-Nicholls le dio trabajo, entrenador de la selección, y celebraron contrato por hartos miles de dólares. Hacía ya doce años, desde los tiempos de Nelson Acosta, que no nos arrimábamos a los certámenes mundiales. Llegaron las eliminatorias, Bielsa escogió del semillero formado por Sulantay y Vaccia y como algunos elegidos eran más o menos, conformó un equipo joven que se ganó ir a Sudáfrica 2010, en un segundo lugar sudaca. Hasta ahí todo bien.
Entonces le crecieron los colmillos a los dirigentes, a los periodistas deportivos, a los hinchas y a los políticos y ungieron santo a Bielsa, le otorgaron poderes omnímodos, y pensaron que se estaba ante el gran salvador. Y el hombre se la creyó y subió las tapias de Pinto Durán para que nadie viera los entrenamientos; con tanta veneración se puso soberbio; con sus dilaciones manipuló y manipula al periodismo, no da entrevistas, les pone el hombro frío a todos los aborígenes que se le acercan y además dejó en claro sus convicciones políticas, aunque es de pésimo gusto hacerlo en un país ajeno. La ANFP permitió esa mezcla.
Y llegó Sudáfrica 2010. Todos creyeron que Chile, al menos, se coronaría campeón. Con una delantera de miedo, todos los críos filete, para jugar al ataque. ¡La gran revolución en el fútbol chileno! Esa delantera jugó atacando, pero fue muy improductiva, un gol de nalgas a la feble Honduras; otro a los suizos y, para mí, salvable, el segundo tiempo con España donde sólo con diez efectivos hizo otro gol… Luego les tocó con Brasil y a éstos no se les puede jugar como a Honduras y le encajaron tres a la yugular a Marcelo. Falló la táctica. Y, por segunda y temprana vez, vuelta a casa.
Habida cuenta toda la fanfarria, desatada tras el entrenador, se esperaban logros mayores, pero la cosa estuvo lejos de eso. Tres goles a favor del revolucionario sistema de ataque y cinco en contra. Tarjetas amarillas clave: faltó proceso de formación... jugaron como en el barrio. La Roja no cumplió y fue recibida como si lo hubiera hecho: alfombra roja, la prensa aplaudiendo ¿qué? Los vándalos acuchillándose entre ellos y acuchillando a otros; y todos de hinojos rezando para que el ejecutor de este fracaso siga. Vino y puso condiciones. ¿Y qué ofrece? A las vendedoras de Isapre y de los bancos les exigen metas para ganar 180 mil pesos. ¿Por qué no hacer lo mismo con Bielsa? Se nos enseña desde niños a celebrar las derrotas como triunfos. Siento que es mejor serlo que fingirlo.
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