Política del avestruz frente al armamentismo
En definitiva, los cancilleres presentes en la reunión de la OEA emitieron una deslavada Declaración de Lima, en la que apenas hacen un saludo a la bandera al tema del armamentismo.
Perú buscó poner el tema de los gastos militares a la cabeza de la agenda. Ello en la 40ª Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), realizada en Lima esta semana. El Presidente peruano Alan García subrayó el divorcio entre la retórica y los hechos: “En los cuatro años desde la fundación de Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) se compraron 25 mil millones de dólares en armas y se gastaron 150 mil millones de dólares en gastos militares corrientes de mantenimiento”. Advirtió que “si seguimos así, en los próximos cuatro años compraremos 35 mil millones y gastaremos 200 mil millones de dólares en gastos de mantenimiento”. La lista de los mayores gastadores en el rubro bélico son: Brasil, Colombia, Venezuela y Chile. A mayor abundancia, el canciller peruano José García Belaunde dijo ante el Consejo Permanente de la OEA que el gasto aumentó 150% en el período 2005-2009 respecto de 2000-2004”.
El Presidente García se interrogaba sobre el hecho que “desde que se fundó Unasur (...) hemos duplicado la compra de armas en los países de Sudamérica, de modo que no sé para qué sirve Unasur”. En rigor, podría formularse la misma pregunta ante la OEA, Naciones Unidas y el resto de las organizaciones regionales. Con su retórica cargada de ironía, el Mandatario peruano señaló: “Todo esto suena absurdo cuando al mismo tiempo los presidentes se sientan a la mesa a tomar café y a compartir almuerzos y comidas. Si son tan amigos, ¿para qué se arman?”.
La realidad es que en América Latina no existe voluntad para encarar el problema del armamentismo. Washington estima, por su parte, que no existe problema alguno. En una declaración emitida por Arturo Valenzuela, subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental del gobierno de Obama, se deja claro que “Estados Unidos no considera que el hemisferio esté sufriendo una situación de carrera armamentista. Todo lo contrario”. Valenzuela acotó: “Si vemos los datos, en la mayoría de los países hemos visto que han bajado de forma importante los gastos militares y han subido los asuntos sociales”.
Ello pese a que Brasil se apresta a realizar masivas compras que por mucho exceden sus necesidades defensivas. Y pese a los progresos, el país tiene una gran masa de su población sumida en la pobreza. Por ello, resulta inexplicable su ambición de construir un submarino nuclear que costará miles de millones de dólares. Ya a finales de la década de los ‘90, intentaron construir uno, debió llamarse el NAC-1, pero abandonaron el proyecto. Entonces, Argentina hizo otro tanto e incluso llegó a construir un astillero especial y adquirieron seis submarinos alemanes. El grueso del material fue vendido más tarde como chatarra. Ahora, Argentina está interesada, una vez más, en contar con uno. Como si a Buenos Aires le sobraran los recursos. Parece que todavía está presente el trauma sufrido por la Armada argentina, que fue víctima del ataque del submarino nuclear británico Conqueror. Éste, durante la guerra de las Malvinas, en 1982, hundió al crucero General Belgrano, causando la muerte de 323 de sus tripulantes. Desde entonces, los almirantes argentinos tienen la fijación de disponer de uno de estos ingenios bélicos.
Los países que cuentan con submarinos nucleares niegan que constituyan un arma atómica. Señalan que se trata sólo de una plataforma propulsada por energía nuclear. Pero lo mismo puede decirse de los aviones, tanques e incluso las pistolas. Lo que mata no es la pistola sino que las balas o, en el caso de los aviones, los misiles. Además, en el caso específico de los submarinos, es obvio que contribuyen a la proliferación nuclear. Además, como ha quedado claro con sus pares rusos y estadounidenses, suelen tener accidentes. Algo que es aún más peligroso en países sin experiencia previa en la materia.
Es verdad, en todo caso, que Sudamérica tiene un bajo nivel de gastos militares comparado con otras regiones del mundo. Pero también es cierto que es una zona libre de conflictos étnicos y fronterizos. Tanto así, que se la presenta como una zona de paz ejemplar. La disputas territoriales existentes son de poca monta y resolubles por la vía de arbitrajes. En esas circunstancias, el despliegue básico de las fuerzas armadas ha sido en tareas domésticas y, en varios países, por largos períodos, han ejercido el poder político. Esto último fue provocado hasta cierto punto por las duras fricciones sociales resultantes de las brechas económicas y los altos niveles de exclusión. En consecuencia, restar recursos a los preparativos bélicos para destinarlo a tareas sociales contribuye a minimizar una de las causas permanentes del intervencionismo militarista. Por lo demás, parte del gasto bélico es generado por las presiones castrenses sobre las autoridades civiles.
En definitiva, los cancilleres presentes en la reunión de la OEA emitieron una deslavada Declaración de Lima, en la que apenas hacen un saludo a la bandera al tema del armamentismo. En el quinto punto del documento se señala “la importancia de continuar promoviendo en el hemisferio un ambiente propicio para el control de armamentos, la limitación de armas convencionales y la no proliferación de armas de destrucción en masa, que permita a cada Estado… dedicar un mayor número de recursos al desarrollo económico y social”. Como suele ocurrir en estos temas: mucho ruido y pocas nueces. //LND
Titulares en tu email | Suscríbete a RSS |
Síguenos en Twitter | Grupo Facebook LN |
Envía tu noticia | Modificar sus datos |
Envía fotos Vida Social | Contáctenos |
MARTÍN HUERTA |
Cultura |
PATRICIO HERMAN |
Ciudad |
GONZALO LEÓN |
Magazine LND |
RAÚL SOHR |
Internacional |
DIEGO MOULIAN |
Magazine LND |
CLAUDIO AVENDAÑO |
Medios |