China apuesta a la demanda interna

Una noticia atípica: la empresa taiwanesa Foxconn aumentará los salarios de sus trabajadores chinos de 120 dólares mensuales a 176. En tres meses más otorgará un nuevo incremento que llevará los sueldos a 294 dólares. Ello luego que en la megafábrica, que emplea más de 300 mil trabajadores en la austral ciudad de Shenzhen, se registraran diez suicidios y tres intentos fallidos en lo que va corrido del año.

La empresa que produce los iPad e iPhone, para Apple, y otros productos para Dell, Sony, Nokia y Hewlett-Packard, se apuró en aclarar que los aumentos no estaban motivados por los suicidios. La industria, en todo caso, dijo que había tomado medidas para evitar nuevas muertes y ha contratado consejeros, también ha formado grupos de trabajadores, cincuenta en cada uno, para que ejerzan un control colectivo en la detección de signos de estrés. Como la mayoría de los suicidas se lanzaron al vacío desde edificios de la empresa, se han instalado redes en puntos clave para impedir los fatales saltos. Dirigentes sindicales denuncian un estilo de mando rígido y excesivas horas de trabajo.

Foxconn es parte del grupo taiwanés Hon Hai Industrias de Precisión, que en toda China emplea 800 mil trabajadores y se espera que el conjunto de ellos ganará cerca de los 300 dólares antes de fin de año. En una fábrica de la empresa automotriz japonesa Honda, en Foshong, culminó una huelga de dos semanas de 1.900 trabajadores que lograron un aumento de 24 por ciento en el sueldo base. Varias grandes empresas anunciaron, a su vez, incrementos anticipándose a inminentes conflictos.

El grueso de la fuerza laboral sufre por el aumento de los precios de los alimentos y las viviendas. El Primer Ministro, Wen Jibao, viene de admitir que existe “cierto nivel de tensiones sociales”. La razón está a la vista según uno de los altos dirigentes sindicales chinos: “Los salarios representaban 56,3 por ciento del Producto Interno Bruto en 1983. En 2005 era 36,7 por ciento y la proporción no ha cambiado mucho desde entonces”.

El Partido Comunista de China (PCCh) resolvió hace un par de años desempolvar los sindicatos e instarlos a jugar un papel más activo en la defensa de los ingresos de los trabajadores pero, en especial, de los campesinos inmigrantes que Xi Jinping, vicepresidente de la federación de sindicatos nacionales, afirma que “han dado una fuerza nueva a la clase obrera china”. Unos 66 millones de inmigrantes rurales están sindicalizados. Los sindicatos disponen de 6.178 agencias de asesoría legal. Pero no siempre tienen claro de qué lado están. Durante la huelga en la planta de Honda los dirigentes sindicales se trabaron a golpes con los huelguistas. Ahora, como parte del arreglo, deberán pedir disculpas en forma pública a sus bases.

El PCCh a través del Diario del Pueblo ha advertido a los sindicalistas lo que espera de ellos: “Hay que ver en que grandes empresas privadas todavía no hay sindicatos. Si no los hay, ¿por qué? Si los hay, ¿operan en forma eficaz? Cuando los derechos de los trabajadores son atropellados, ¿el sindicato los defiende?”.

Una consecuencia de mejores salarios será cierta pérdida de competitividad de la mano de obra china, hasta ahora una de las más baratas del mundo. Pero con más dinero en los bolsillos de los trabajadores el gobierno mata dos pájaros de un tiro: logra mayor armonía social y fomenta el consumo interno. Se estima que un aumento de cien por ciento en los salarios más bajos redundará en un aumento de más de 70 por ciento del consumo. Al respecto, el Presidente Hu Jintao señaló en abril que los aumentos salariales “son la única forma de estimular la economía doméstica y asegurar un crecimiento económico sustentable”. Así los dirigentes esperan que prospere el círculo virtuoso de una mayor demanda estimulada por mejores condiciones de vida.