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 (Fotos)Sádica y ninfómana, Griselda Blanco (a) “La Gaga”, “Madrina” , “Muñeca” o “Viuda Negra” despachó maridos, amantes, rivales y a todo el que se cruzara en su camino.
De ojos color castaño y cimbreantes caderas, vestigios de su pasado de prostituta de lujo, Griselda Blanco, fue una de las mafiosas más sanguinarias desde la década del 70 y la primera narcotraficante investigada por Estados Unidos porque, aparte del negocio de la cocaína, desató la violencia a niveles espeluznantes.  Griselda Blanco fichada en Miami Su turbulenta existencia es graficado en uno de los más apasionantes capítulos del libro “Los Reyes de la Cocaína”, de los periodistas del diario The Miami Herald, Guyy Gugliotta y Jeff Lenn, y llevada al cine con el film “La Madrina”, así como plasmada en numerosos documentales. Sin perder su ironía cruel, tras ser deportada a Colombia y en el otoño de su perversa existencia, se refugió en una mansión similar a la residencia de la película Scarface, con una guardia de sicarios a los que calificaba eufemísticamente como "agentes de seguridad" para protegerla de tantos robos.
La Madrina
Esta astuta mujer de un metro 60 centímetros de estatura, piel blanca y cara redonda, escondía su alma perversa con su sonrisa de veterana bataclana y, lejos de molestarse, se vanagloriaba de que la llamasen “La Madrina” en el mundo de la mafia o por la prensa policial.  En su juventud era una hermosa cabaretera que atendía a los narcotraficantes millonarios. Por lo demás, su estilo de descuartizar vivos a sus enemigos, con motosierras eléctricas, fue llevado al cine en la película “Cara Cortada” (Scarface), lo que la llenaba de siniestro orgullo. Su entusiasmo la llevó a bautizar a uno de sus hijos con el nombre de Michael Corleone, en homenaje al protagonista de “El Padrino”. Le encantaba poseer pistolas bañadas en oro, así como sombreros de fantasía y joyas. Aseguraba que su diamante favorito había pertenecido a Evita Perón.  Su turbulenta existencia fue llevada al cine y la literatura Durante su juventud era codiciada por su belleza y, cuando su rostro se avejentó con los años, escogía sus amantes entre los llamados cow boys de la cocaína, ninguno de los cuales osaba a rechazar sus caricias. A sus espaldas la conocían como “La Gaga”, por su tartamudeo, y “La Viuda Negra”, debido a que tres de sus maridos y una cantidad indeterminada de amantes eventuales acabaron en el cementerio . Por su rostro redondo y semejante a una ardilla la bautizaron como “La Muñeca” y "Betty".  Avejentada y gorda pero siempre perversa en su ancianidad
Sanguinaria
Su ninfomanía solo era superada por la crueldad que volcaba en sus víctimas, para lo cual organizó su propio ejército, al que denominó Los Pistoleros y que ella se encargaba personalmente de evaluar.
El puesto se lograba asesinando a una de las víctimas que ella elegía y cortando un dedo u oreja de la víctima, como prueba de su hazaña.  Impuso el descuartizamiento de sus víctimas vivas con una motosierra Al respecto, los periodistas Guy Gugliota y Jeff Leen escriben lo siguiente: “Un miembro prominente de la banda tenía la costumbre de cerrar con esparadrapo los ojos y bocas de sus presas, desangrarlas en una bañera y doblarlas en el interior de cajas vacías de aparatos de televisión o de estéreos”. “Otro pistolero conquistó renombre asesinando a los adversarios de Blanco, con una pistola ametralladora, dese el asiento trasero de una motocileta lanzada a enorme velocidad”. “Esta técnica despertó tanta admiración, que se convirtió en la marca de fábrica de los sicarios de los traficantes colombianos”. De su ejército de sicarios apenas sobreviven tres en las cárceles, como Miguel Campos Sepúlveda (a) “Rivi” y Cumbamba, el que cortó a un rival con la sierra eléctrica para introducir los restos seccionados en una caja. En los expedientes de la DEA se le responsabiliza por la “guerra” de los cowboys de la cocaína en Miami, su reputación siniestra se extendió hasta Nueva York y en las vendettas despachó a tres maridos.  Por perseguirla , en 1970 la DEA dejó de lado a Pablo Escobar, Carlos Lehder, Jorge y Fabio Ochoa
De cabaretera a mafiosa
 Escenificación en el cine sobre sus andanzas eróticas Se cansó de juguetear con amantes millonarios y decidió amasar su propia fortuna para lo que reclutó su red de burriers. Prefería trabajar con viudas y mujeres hermosas para burlar los controles aduaneros de Miami transportando la cocaína en bolsillos especiales de sus prendas íntimas. En 1974 un jurado de Brooklyn la encausó por intervenir en el tráfico de 150 kilos de cocaína pero se salvó de la prisión con su equipo de abogados generosamente pagados. En 1979, a los 36 años de edad, era la mafiosa más conocida en el sub mundo del polvillo blanco.
La “nieve” al descubierto
 Los agentes antidrogas estadounidenses se encontraban empeñados en combatir solo las drogas opiáceas (morfina y heroína) dejando de lado a la cocaína que considraban un estimulante o droga menor, popular entre bohemios y artistas.
El 22 de noviembre de 1975 las cosas cambiaron cuando la policía del aeropuerto colombiano de Cali detectó y detuvo una narcoavioneta tras investigar la alteración que había provocado en un jet de las Lineas Aéreas Avianca. Se incautó un cargamento de 600 kilos de cocaína, el mayor decomiso de drogas hasta ese momento, y se puso al descubierto la dimensión que cobraba el tráfico del alcaloide.
Infierno en Miami
Nunca se aclararon las causas pero Griselda puso el grito en el cielo y acusó de traidores a sus delatores. En pocas horas la ciudad de Miami se convirtió en un campo de batalla de los cowboys de la cocaína al mas puro estilo de los gangsters de Chicago en los turbulentos años 20.
 Lllevó la Guerra de la Coca a Miami En un solo fin de semana cuarenta narcotraficantes perecieron ametrallados, descuartizados o volados en pedazos con dinamita. La llamada “matanza medellinesa” sembró el terror en Miami donde la DEA se vio frente a una nueva generación de mafiosos colombianos decididos a matar por la “nieve” o clorhidrato de cocaína. Los agentes de la DEA señalaron a Griselda Blanco como el cerebro de que se convirtiese a la paradisíaca ciudad de Miami en centro de distribución de la cocaína, dejando de lado a otros pesos pesados como Pablo Escobar, Carlos Lehder , los hermanos Ochoa o Rodríguez Gacha, a quienes consideraban delincuentes de poca monta.  Los pases de Griselda Blanco alertaron a la DEA que empezó a decomisar grandes cargamentos de cocaína En ese juego perverso, a la mafia colombiana le resultaba a cuenta de que creciera la siniestra fama de La Madrina y por su parte, Griselda Blanco, estaba feliz de encabezar una sanguinaria lucha con sus pistoleros.
Fiesta a lo Griselda
La Madrina trataba de ganarse la lealtad no solo de su élite de “Pistoleros”, como los llamaba, sino a toda la cadena de proveedores de cocaína. Por esta razón es que, pese a haber nacido en Cartagena y emprender su “carrera” en el “barrio colombiano” de Miami, Jackson Heights, afirmaba que su tierra era Medellín.
 Hotel Intercontinental de Medellín En el Hotel Intercontinental donde Carlos Ledher, el mafioso de la svástica hitleriana, y el estadounidense, George Jung, sellaban sus negocios, Griselda celebró con su esposo una de las más celebradas fiestas, para lo cual alquilaron el enorme salón de baile. La Madrina invitó a todos los campesinos que operaban en sus laboratorios clandestinos de drogas.  Polos con el rostro de Griselda Bajo la mirada dura de La Madrina, los mozos vestidos de etiqueta alcanzaron bandejas con whisky y champaña a los originales invitados quienes terminaron vomitando en los pasillos alfombrados u orinando en las cortinas. Griselda se reía a carcajadas hasta que los campesinos empezaron a pelear a machetazos, por lo que se les mandó a sus hoteles. (Continúa)
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