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  Sábado 6 de Noviembre de 1999 | Managua, Nicaragua
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S O L E N T I N A M E
Del 2º tomo de las Memorias VIDA PERDIDA de Ernesto Cardenal próximo a publicarse.


Qué quiere decir "Solentiname"

¿El nombre "Solentiname"? En Nicaragua siempre se había sostenido que era un nombre náhuatl, y quería decir "muro de codornices". Pero nadie podía explicar qué era eso de "muro" en unas islas. ¿Y en cuanto a codornices? Si ni siquiera hay codornices. Mientras estaba en Solentiname me tocó ir a México a la ordenación sacerdotal de mi hermano Fernando, y aproveché para presentarme en el famoso Instituto Indigenista Interamericano y preguntar por el nombre. No informé nada del sitio ni de la interpretación dada en Nicaragua. Me dijeron que en la lengua náhuatl sólo había la posibilidad de un sentido: "Muro de codornices". "¿Y eso qué significa?" pregunté. "No sabemos" fue la respuesta.

Durante la lucha de liberación, una vez que me tocó pasar por Suecia fui invitado a cenar por una nahualista célebre, María Steen, y se me ocurrió preguntarle por el nombre, pero también se me ocurrió mencionarle que en los documentos más antiguos lo había visto escrito Çelentiname. "Un momento" me dijo. "Eso es otra cosa. Zelin es huésped en náhuatl". Consultó un diccionario náhuatl-español, y así era. Un diccionario náhuatl-alemán, y así era. Un diccionario náhuatl-francés, lo mismo. Todos decían: "Hospedar", "Albergar", "Recibir a otros". Le pregunté qué sentido tenía muro, y me dijo: "Recinto amurallado, aunque puede ser cualquier cerco, por ejemplo de cactus; simplemente un recinto; en realidad quiere decir lugar". El nombre pues era Celin-tenametl: "Lugar de hospedaje o donde se hospeda a muchos".

Me acordé de toda la gran cantidad de huéspedes que habíamos estado teniendo por doce años, a pesar de que el Nuncio había dicho que allí nunca iba a llegar nadie. Y pensé que ese nombre indígena había sido profético, en cuanto a nosotros. Pero también pensé que esas islas habían sido lugar de hospedaje desde antes de nosotros. Es sabido que los mayas eran buenos navegantes, y hacían viajes de comercio desde Yucatán hasta Panamá, y en ellos entraban por el río San Juan al lago de Nicaragua. Y entrando al lago, lo primero que encontrarían eran las islas de Solentiname, y muy cerca de allí la isla grande, Ometepe, isla sagrada, que está toda llena de tesoros arqueológicos. Solentiname tiene que haber tenido una civilización grande, la misma de Ometepe, según se ve por los hallazgos arqueológicos; y ciudades más bien grandes, se puede colegir por la abundancia de cementerios indígenas, y las riquezas que en algunas de sus tumbas se han encontrado. Don Rafael y doña Adelita hablaban de mariposas de oro, ranas de oro, halladas en la isla de Mancarroncito. Muchas de esas piezas serán de las que se exhiben como costarricenses en el Museo del Oro de San José de Costa Rica, porque era más fácil venderlas allá. Se han encontrado también en Solentiname tal cantidad de metates, la piedra de moler maíz, mayor que lo que podría haber sido la necesidad de la población, con piedra que no es de allí y muchas de ellas aún sin acabar, según los arqueólogos, lo que revela que fue un lugar de fabricación y exportación de metates. Por lo que se deduce, digo yo, que era un lugar de paso en el lago de Nicaragua, y de visitantes y de hospedaje. Y esa punta de nosotros, con tan bellos panoramas, ¿no podría haber sido también un lugar de oración y de contemplación?

Y cuántas veces en mi meditación, mirando el lago, no he pensado en que desde mucho antes Dios me había reservado ese lugar, desde que hizo erupción un volcán enfrente de la desembocadura de los ríos Pizote y Papaturro creando lo que Merton sin saberlo llamó desde Gethsemani "rico suelo volcánico"; aunque mi paso fuera breve como el de los patos migratorios, y como todas las otras vidas que han pasado por allí.

El Jefe de Estado que salió de Solentiname

Hubo en la historia un "indio Núñez" que fue sacado de Solentiname y gobernó Nicaragua. Lo sacó Fray Ramón Rojas de Jesús María Santa María, misionero muy andariego, con fama de santo, que fundó varios pueblos en Nicaragua, que aún existen, y entre ellos uno en Solentiname, El Refugio, que desapareció. Después Fray Ramón se fue al Perú, donde tuvo gran fama de santo, hizo brotar una fuente del desierto, que aún mana y es llamada "del prodigio", y en una iglesia veneran su imagen en un altar. La historia dice que Fray Ramón sacó de Solentiname a un niño "indio caribe" convertido al cristianismo, y lo hizo educar en el Palacio Episcopal de León, y éste fue el Doctor José Núñez. En Solentiname han llamado "caribes" a los indios guatusos que hasta el siglo pasado poblaron esas islas. Un misterio por qué se fueron los guatusos. Toda la población actual ha llegado de otras partes. Don Julio Guevara, ahora el más viejo en Solentiname, cuenta que cuando su padre llegó, muy joven, las islas estaban vacías, él fue de los primeros que llegó. Estos indios guatusos muy primitivos, no son la gran civilización náhuatl que antes hubo en el lago y una buena parte de Nicaragua, pero por qué esos también se fueron de Solentiname, es otro misterio. Y gran coincidencia: el pueblito El Refugio estuvo en la misma punta nuestra de la isla, por donde la casita de don Rafael y doña Adelita. Don Julio Guevara nos ha mostrado en esa ensenada los restos de pequeños muelles de piedra, muritos de piedras, donde atracaban las canoas. Y para que no lo duden: la escritura de la finca que yo compré dice que antes se llamaba "Pueblo Viejo".

Nosotros todo el tiempo que estuvimos allá deseamos construir un pueblo, porque la dispersión de las casas en las costas de diferentes islas hacía difícil o imposible los servicios de educación, salud, agua corriente, luz eléctrica etc., y yo pensaba llamarle al pueblo El Refugio. Hasta después del triunfo de la revolución comenzamos la construcción del Refugio, pero la mayoría de los solentinameños han preferido su dispersión en las costas que una concentración de casas –aunque tienen la ventaja de que hay mucho terreno para jardín y huerta entre las casas. Tal vez fue un error ese intento de concentración urbana. De todos modos el financiamiento no alcanzó para muchas casas; y puede ser que ese nuevo Refugio que fundamos corra la misma suerte que el viejo Refugio de Fray Ramón Rojas de Jesús María Santa María.

Alejandro Guevara

Alejandro muchas veces me ha recordado al "indio Núñez" que Fray Ramón sacó de Solentiname. El hijo mayor de don Julio Guevara y de la Olivia, fue el muchacho de 17 años que cuando llegamos se presentó con un machete a pedir trabajo. Después fue líder de los otros jóvenes, y más tarde un guerrillero muy destacado. Tuvo altos grados militares en la revolución, y fue Ministro Delegado de Gobierno para la zona del río San Juan, que es como decir gobernador, y era diputado a la Asamblea Nacional cuando murió trágicamente. (No sabemos si fue un accidente de carretera o una emboscada de rivales políticos).

Después que se terminaron de hacer los adobes con Carlos Alberto y William, Alejandro siguió trabajando de fijo como jornalero. El jornal diario lo pagábamos a 15 pesos, cuando en todas partes se pagaba a 12. En una entrevista que Margaret Randall le hizo a la Olivia después del triunfo, ella dice que esa era una buena entrada de dinero para ellos, y comenzaron a ahorrarla para construir su casa. Tenían necesidad de casa. Y la Olivia dice: "Estábamos planeando hacer esa casa en febrero. No sabíamos cómo la íbamos a hacer pero teníamos esa idea" –y acuérdense que fue el 13 de febrero que llegamos– "cuando un domingo por la mañana ya pasó el yate en que estaba llegando Ernesto". Empezaron a ahorrar, dice, y su comida que era sólo de arroz y frijoles todos los días como la de casi todos los pobres, ya fue sólo de frijoles. Y el arroz era nada más para Alejandro que estaba trabajando y para el más tierno. Aunque yo recuerdo haber visto la porrita del almuerzo de Alejandro y tenía también un huevo. El la dejaba sobre una piedra en el sol mientras trabajaba con los otros macheteros, y así al mediodía, la tenía caliente. Algunas veces doña Adelita llamaba discretamente a "Alejandrito" (así le decía cariñosamente") y le calentaba la porrita en la cocina.

La Natalia, la mamá de Elbis, uno de los mártires de Solentiname, nos contaba que Elbis cuando era chavalo estaba aburrido del arroz y los frijoles; y también del pescado, lo único que se podía agregar. Le decía: "Mamá, ya no quiero más pescado". Y también: "Mamá, ya no quiero más frijoles". Pero no hemos llegado a Elbis todavía.

El pescado sólo hervido lo comían, porque no podían comprar el aceite para hacerlo de otras formas, y por eso aburría. Los frijoles los sembraban todos y por eso tenían frijoles todo el año, y les sobraba un poco para comprar otras cosas, entre ellas el arroz. El maíz, es claro, lo sembraban todos. La Olivia cuenta que con lo que les sobraba de los frijoles ellos siempre quisieron comprar un radio, y nunca habían podido.

Para ir a vender y comprar a San Carlos tenían que ir en bote de remos, remando siete horas de ida y siete horas de vuelta. Compraban azúcar sólo para los niños, jabón, kerosín, fósforos, sal. Nada más. Lo que vendían generalmente era sólo huevos. Cinco docenas de huevos recogidos durante toda la semana para hacer esas compras. Por eso nunca comían huevos.




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