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Con sus padres en Cahuil, 1952
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Con hijas de aviadores chilenos
en Estados Unidos, 1962
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Graduación Liceo Nº
1, 1969
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Familia Bachelet Jeria, 1968
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Con su padre en Laguna del Malleco,
1971
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Con su madre en Maitencillo, 1969
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Australia, 1º de mayo 1975
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Primer cumpleaños de Sofia,
1993
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Colegio Interamericano de Defensa,
Estados Unidos, 1998
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Juramento como Ministra de Salud,
2000
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Campaña de Vacunación
2000
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Ministra de Salud en consultorios
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Mesa de la Reforma de Salud, 2001
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Inundaciones en Huechuraba, 2002
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Con mujeres pilotos de la FACH
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Visita a las tropas en Chipre,
2003
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Despedida del Presidente Lagos,
octubre 2004
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Cierre de campaña
primera vuelta
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Discurso tras su triunfo en segunda
vuelta. 15 de enero de 2006
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Nací
en Santiago, el 29 de septiembre de 1951. Tengo un hijo y
dos hijas: Sebastián, de 26 años; Francisca,
de 21; y Sofía, de 12. Soy médico y tengo estudios
de post grado en Ciencias Militares. Además del español
e inglés, domino con fluidez el alemán, francés
y portugués.
Mi madre, Ángela Jeria, es arqueóloga. Mi padre,
Alberto Bachelet, llegó a General de Brigada en la
Fuerza Aérea de Chile.
Realicé la enseñanza básica en Quintero,
Cerro Moreno, Antofagasta y San Bernardo, siguiendo las destinaciones
de mi padre que nos llevaron también a Estados Unidos,
donde viví los años 1962 y 1963.
La mayor parte de la enseñanza media la cursé
en el Liceo Nº 1 Javiera Carrera, de Santiago, donde
participé en el coro, en la selección de voleibol
y en un grupo de teatro que integraban también estudiantes
del Instituto Nacional y del cual se originó el Grupo
Aleph. Fui delegada y presidenta de curso y junto a algunas
compañeras formamos el grupo musical "Las Clap
Clap" con el que fuimos a varios festivales de colegios.
En 1970 inicié la carrera de medicina en la Universidad
de Chile, opción que adopté como una forma concreta
de ayudar a paliar el dolor y de contribuir a mejorar la salud
en Chile, luego de acompañar a una persona a la Posta
Central. Descarté así las alternativas, que
también me entusiasmaban, de estudiar Sociología
o Economía.
Además de asumir cargos como dirigente estudiantil,
durante el Gobierno de la Unidad Popular me incorporé
a la Juventud Socialista, liderada entonces por el joven médico,
luego diputado y posteriormente detenido desaparecido, Carlos
Lorca.
El 11 de septiembre de 1973 me trasladé temprano a
la Escuela de Medicina, en Av. Independencia, desde cuyo techo
observé el bombardeo a La Moneda que pondría
fin al régimen democrático durante más
de 16 años.
Considerando su experiencia organizativa en la Fach, en 1972
el Presidente Allende había solicitado a mi padre que
se hiciera cargo de la Oficina de Distribución de Alimentos,
función que ejercía cuando se produjo el golpe.
El mismo día fue detenido y recluido en la Academia
de Guerra Aérea, bajo la acusación de "traición
a la patria". Posteriormente fue trasladado a la Cárcel
Pública, donde el 12 de marzo de 1974 y a consecuencia
de las torturas padecidas en prisión, mi padre tuvo
un infarto cardíaco que le provocó la muerte.
A pesar de las dramáticas circunstancia que vivía
el país y mi familia, proseguí mis estudios
y en actividades vinculadas con la mantención del Partido
Socialista y la ayuda a personas perseguidas. Hasta que a
mediodía del 10 de enero de 1975 dos agentes de la
DINA se presentaron en el departamento donde vivía
con mi madre y nos trasladaron con los ojos vendados a un
lugar indeterminado que resultó ser la Villa Grimaldi,
el principal centro de torturas de dicho organismo.
En la Villa Grimaldi nos separaron y sometieron a nuevos interrogatorios
y apremios físicos. A mi madre la llevaron a "la
torre" y a mí me ubicaron en una pieza con camarotes,
junto a otras ocho presas. Días después me trasladaron,
junto a mi madre, al centro de detenidos de Cuatro Álamos,
donde permanecimos hasta fines de enero.
Una vez en libertad viajamos a Australia -donde vivía
mi único hermano desde 1969-, en carácter de
exiliadas. Después nos trasladamos a la República
Democrática Alemana. Allí estudié alemán,
en Leipzig, para luego proseguir medicina en la Humboldt Universität,
de Berlín.
En Alemania me casé con el arquitecto chileno Jorge
Dávalos, padre de mis dos hijos mayores: Sebastián,
que nació en 1978 en Leipzig, y Francisca, que nació
en Santiago en 1984.
Regresé a Chile en 1979, retomando mis estudios de
medicina en la U. de Chile. En 1982 me recibí de Médico
Cirujano y postulé al sistema público para ir
de médico general de zona a algún lugar del
país donde hubiera mayor necesidad de atención.
La solicitud me fue denegada "por razones políticas".
En cambio, por desempeño, calificaciones y las publicaciones
efectuadas, me gané la beca Colegio Médico de
Chile que me permitió los siguientes cuatro años
especializarme en pediatría y salud pública
en el Hospital Roberto del Río.
En esa época me integré a diversas actividades
políticas por la democracia y me hice cargo del área
médica de la Ong PIDEE (Protección a la infancia
dañada por los estados de emergencia), dando apoyo
profesional a hijos de detenidos y de víctimas del
régimen militar en Santiago y Chillán.
Con la restauración de la democracia, en 1990, se abrieron
enormes desafíos para levantar el maltrecho sistema
de salud del país. Me incorporé al Servicio
de Salud Metropolitano Occidente como epidemióloga
y luego a la Comisión Nacional del Sida. Simultáneamente
fui consultora de la Organización Panamericana de la
Salud, de la Organización Mundial de la Salud y de
la Agencia de Cooperación Técnica alemana (GTZ).
En este período nace mi hija menor, Sofía Henríquez.
Desde 1994 fui asesora del Ministerio de Salud en temas de
Atención Primaria y en gestión de Servicios
de Salud.
A mediados de la década pasada yo sentía que
habíamos avanzado en la consolidación de la
democracia. Pero también observaba que persistían
dificultades para la plena normalización de las relaciones
entre el mundo civil y el militar. En parte y desde mi particular
experiencia familiar, lo atribuía a que en las visiones
de mi mundo político no se le daba la importancia que
requería a una política de defensa y sus correlaciones
institucionales, políticas y culturales.
Esa reflexión me impulsó a realizar un curso
sobre estrategia militar en la Academia Nacional de Estudios
Políticos y Estratégicos (ANEPE), en el que
logré el primer lugar de la promoción. Por este
resultado se me otorgó la Beca de Honor Presidente
de la República para realizar el curso de Defensa Continental
en el Colegio Interamericano de Defensa, en Washington DC,
durante 1997, junto a 35 militares y algunos civiles de todas
las Américas. Esa especialización me permitió
incorporarme a mi regreso como asesora del Ministro de Defensa
.
En el Congreso del PS de 1995 fui elegida para su Comité
Central. En las elecciones municipales de 1996 fui candidata
a concejal por Las Condes. En 1998 fui reelegida en el Comité
Central e integrada a la Comisión Política,
responsabilidad que ejercí hasta el 11 de marzo del
2000.
Durante las primarias de 1999, fui encargada electoral de
la campaña de Ricardo Lagos en la Región Metropolitana
y en su campaña presidencial trabajé como encargada
territorial de la zona norponiente de Santiago.
Al asumir el Presidente Lagos el 2000, me designó como
su Ministra de Salud. Tenía que dirigir un Ministerio
del que dependían directamente más de 70 mil
funcionarios y una red de servicios que llega a todos los
rincones del país, además de supervisar directa
o indirectamente los servicios autónomos de salud municipales
y la extensa área que cubren Isapres y clínicas
privadas.
El Presidente me impuso dos desafíos especiales: por
un lado, mejorar la atención primaria, es decir la
cobertura y calidad de la atención de los consultorios,
con la meta explícita de poner fin a las colas de espera
en una plazo de tres meses; y por otro, preparar una gran
Reforma de la Salud. A ambas tareas volqué todos mis
esfuerzos, con resultados ampliamente satisfactorios, considerando
su complejidad técnica y las resistencias corporativas
a superar. Creo que eso obedeció fundamentalmente a
que logré un compromiso y una movilización nunca
vista de los equipos técnicos del Ministerio, de los
funcionarios de los Servicios de Salud, de las organizaciones
gremiales y de todos los trabajadores de la Atención
Primaria, que se pusieron como un solo cuerpo tras la meta
de terminar con las colas y dar una atención digna.
Establecimos un sistema de dación de horas por teléfono,
con la implementación de líneas 800 en todo
el país. Incrementamos las atenciones médicas
y dentales, logrando una cobertura garantizada en 24 horas
a los menores de un año y mayores de 65 años.
Por primera vez en Chile, los consultorios abrieron sábados
y domingos durante los meses de invierno y se extendió
el horario de atención hasta las 20 horas. Se aumentaron
los SAPU y las salas IRA para la atención de los niños
con infecciones respiratorias agudas y se innovó con
salas ERA para los adultos.
Con el desarrollo del programa Vida Chile en todas las regiones
del país dimos un fuerte impulso a la Promoción
de la salud. Y con la creación del Consejo asesor de
Investigación en Salud (CONIS) impulsamos proyectos
de investigación científica útil a la
salud pública.
Sentamos las bases de la Reforma de Salud, en un proceso participativo
amplio de jornadas ciudadanas y de Mesas de Reforma, con la
incorporación de usuarios, empresarios y técnicos,
académicos, colegios profesionales y gremios de la
salud. Concordado con todos los actores, se presentó
el primer proyecto de ley de la Reforma, Derechos y Deberes
de las Personas en Salud.
Se creó la Comisión Nacional de Protección
de los Derechos de los Pacientes de Salud Mental y se hizo
el Reglamento de Esterilización, contra la discriminación
que afectaba a las mujeres. El plan Hospital Amable contribuyó
también a dignificar la atención, abrió
los hospitales para que las madres pudieran cuidar a sus hijos
y permitió generalizar la asistencia del padre al parto.
Definimos los Objetivos Sanitarios al año 2010, que
fueron el soporte técnico sanitario para la Reforma
de Salud y se desarrollaron nuevos programas como el tratamiento
de la depresión en atención primaria; la incorporación
de nuevos medicamentos para el tratamiento de la esquizofrenia;
el plan de alimentación para el adulto mayor; la cobertura
para los enfermos de fibrosis quística, y el aumento
de la cobertura de triterapia para pacientes con Sida.
En los primeros días del año 2002 el Presidente
Lagos procedió a una importante modificación
de su gabinete y el 7 de enero debí asumir como Ministra
de Defensa Nacional, la primera mujer en ese cargo en la historia
de Chile y de América Latina, y con escasos precedentes
en el resto del mundo.
Fue una experiencia tremendamente estimulante, tanto en lo
profesional como en sus alcances personales. No obstante lo
inédita y sorpresiva, las jerarquías institucionales
de las FF.AA. y de Orden colaboraron de inmediato al ejercicio
de la autoridad política de que fui investida. Con
ellas continué impulsando los planes de modernización
en que estaban empeñadas, incluyendo relevantes decisiones
estratégicas en materia de equipamiento y el pre-proyecto
de modernización del Ministerio de Defensa.
Logramos importantes modificaciones al Servicio Militar Obligatorio
y el fortalecimiento del rol del Ministerio y del Estado Mayor.
Se avanzó en igualdad de oportunidades para las mujeres
de las Fuerzas Armadas, Carabineros y Policía de Investigaciones.
Chile desplegó un mayor contingente de fuerzas de paz
en más lugares del mundo y logramos desarrollar relaciones
de mayor confianza mutua entre los Ministros de Defensa de
la Región de las Américas. Asimismo, dimos cumplimiento
a la Convención de Ottawa terminando con los campos
minados y minas en stock.
Durante mi titularidad en Defensa se cumplieron tres décadas
del golpe de 1973, fecha que dio motivo a notables gestos
de reencuentro entre el mundo militar y el mundo civil. Entre
tantos, especialmente significativa en lo personal e institucional
fue la reivindicación en la nueva base de Quintero,
de la figura de mi padre como alto oficial de la Fach y de
muchos otros, aun vivos, que en 1973 fueron exonerados por
razones políticas. En el mismo plano, destaco la visita
a Isla Dawson de los ex presos políticos confinados
en ese lugar luego del golpe, promovida en conjunto con el
Alto Mando de la Armada, la significativa reparación
moral del Ejército al General Prats y el valeroso "nunca
más" del General Cheyre.
Ejercí el cargo hasta el 1º de octubre del 2004,
cuando el Presidente Lagos estimó conveniente liberarme
de las responsabilidades ministeriales para que me dedicara
de lleno a una candidatura presidencial reclamada masivamente
desde la ciudadanía y respaldada en alentadoras encuestas
de opinión.
Salí del Ministerio de Defensa y me dediqué
de lleno a la campaña municipal, acompañando
a los candidatos a alcaldes y concejales de toda la Concertación
a lo largo y ancho del país. Después de la elección,
fui proclamada candidata a la Presidencia de la República
por los partidos PPD y Socialista, desafío que he asumido
especialmente para responder a las expectativas de tantas
personas que me apoyan.
Soy una chilena ni más ni menos que millones de ustedes.
Trabajo, llevo mi casa, y dejo a mi hija en el colegio. Pero
además, soy una chilena con una vocación de
lucha y de servicio público. Y con una trayectoria
política que me ha llevado, sin yo imaginarlo ni pedirlo,
a un trance histórico que no eludí: postular
a la Presidencia de la República y convertirme en la
primera mujer Presidenta de Chile.
Porque quiero consolidar nuestro destino como país
próspero y desarrollado, pero además construir
una democracia más integrativa y con igualdad de oportunidades,
los convoco a que juntos hagamos ese sentimiento realidad.
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