III
El marqués de Vallehermoso será el encargado de intentar arrancar concesiones y manifestaciones de los majoreros a favor del poder real frente al Señor Territorial.

En el siglo XVIII, los Coroneles no sólo ostentarán el poder militar; pasará a sus manos el poder civil, nombrando o destituyendo los cargos del Cabildo Insular, convirtiéndose en los verdaderos terratenientes, en los verdaderos poseedores del territorio, y consiguientemente, el poderío económico.  El nombramiento del Coronel se convierte en hereditario y vitalicio, en manos de una sola familia: Sánchez-Dumpiérrez, que inauguran el cargo, los Cabrera-Bethencourt de 1742 a 1833, serán los encargados de fijar la residencia en La Oliva y los Manrique de Lara-Cabrera, desde 1834 a 1870, que mantendrán, y extenderán el poderío económico de sus antecesores. Representan la más cerrada endogamia local de clase y de parentesco.

La Oliva, durante los siglos XVIII y primeras décadas del XIX, con los Coroneles, pasa a ser en la práctica cotidiana la capital insular, aunque se mantiene el Cabildo, que representa el “poder civil y la capitalidad", en Betancuria. En esta época surgen grandes extensiones de terrenos, destinadas a la producción de granos (trigo, cebada y centeno) para la exportación, con un buen número de medianeros y jornaleros dependientes de la familia Cabrera y de sus administradores.

Tostón (El Cotillo) fue el puerto de la zona norte de la isla. El ingeniero Claudio de L`isle,  murió en la isla durante la construcción de la Torre del Tostón, fortificación que data de 1743, bautizada con el nombre de Nuestra Señora del Pilar y San Miguel.

Las erupciones volcánicas que se producen en la isla de Lanzarote en los años setecientos, traen consecuencias para nuestro municipio, que verá incrementada su población por familias enteras que se desplazan al norte de Fuerteventura.

Coyunturas económicas, políticas y sociales que se producen en el siglo decimonónico, marcarán el deterioro del poder militar en Fuerteventura. Poblaciones de nueva planta como Puerto de Cabras, o emergentes por la bonanza económica como Antigua, se configuran con nuevos habitantes, atraídos por el comercio de la barrilla.